Fallece Monseñor Rafael Conde, obispo emérito de Maracay, dejando un legado de fe y amor

 

“Realicé un trabajo con la voluntad de Dios”, dijo a un medio aragüeño al finalizar su trabajo pastoral. En el día de su fallecimiento, el lema: “Siempre alegres en el Señor” (Flp. 4,4), es para quienes le conocieron, un recordatorio de la Esperanza y la alegría cristiana

Ramón Antonio Pérez // @GuardianCatolic
Con NdP @CEVmedios y @ArquiCaracas
Caracas, 10 de diciembre 2020

Con sentimientos de dolor y esperanza queremos notificar el sensible fallecimiento de nuestro hermano, Rafael Alfonzo Conde, quien en vida se desempeñó como Obispo Auxiliar de Caracas, Obispo Coadjutor de La Guaira, Obispo de Margarita y Obispo de Maracay, siendo actualmente emérito de la misma”, informó la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), este 10 de diciembre 2020.

“Agradecemos a Dios su servicio eclesial y su plena disponibilidad para servir con alegría y entrega. Llegue a la Diócesis de Maracay, a su Obispo y Pastor Monseñor Enrique Parravano, al Presbiterio, a sus familiares y conocidos, nuestra cercanía y oración”, indica la nota firmada por monseñor José Luis Azuaje, presidente de la CEV y demás miembros.

Invitamos a todos a elevar la oración a Dios por nuestro hermano Obispo”, pidieron los obispos la perdida que enluta a la iglesia venezolana.

Con el mismo énfasis de dolor y esperanza se manifestó la Arquidiócesis de Caracas, lamentando “la perdida física del Excelentísimo Monseñor Rafael Conde, Obispo Emérito de Maracay, registrada este jueves 10 de diciembre, a la edad de 77 años”.

Monseñor Rafael Conde: “Realicé un trabajo con la voluntad de Dios”

El 12 de febrero de 2008, monseñor Rafael Conde fue nombrado Obispo de la Diócesis de Maracay, labor que cumplió hasta el 13 de julio de 2018, cuando presentó su renuncia al cumplir los 75 años de edad.

“Dios en su infinita bondad y misericordia, escoge a hombres a pesar de sus debilidades, limitaciones y condiciones para servirle a la Iglesia y al pueblo que cree en un Dios vivo”, publicó el 3 agosto de 2019, El Periodiquito.

La comunidad maracayera aún recuerda aquella mañana del sábado 8 de diciembre 2018, día en que la Iglesia Universal celebra la solemnidad del dogma Inmaculada Concepción de María y la Catedral de Maracay se vistió de júbilo por los 50 años de vida sacerdotal de monseñor, Rafael Ramón Conde Alfonzo, obispo emérito de Maracay.

“Para él, ser creyente no solo implica, asistir a una Iglesia, vestir adecuadamente, rezar o tomar algún tipo de hábito para toda la vida, sino la fe que va más allá de los sentidos y la razón”, publicó el medio aragüeño. 

“Dios en su infinita bondad y misericordia, escoge a hombres a pesar de sus debilidades, limitaciones y condiciones como ser humano para servirles a la Iglesia y el pueblo fiel, que cree en un Dios vivo”.

Luego de 11 años de compromiso y labores hacia el pueblo aragüeño, monseñor Rafael Conde Alfonzo exclamó que “la vida es una escuela permanente, uno nunca deja de aprender, en estos 11 años que estuve al frente de la Diócesis de Maracay, aprendí a tratar a las personas, aprendí de ellas y cometí errores como solemos cometer todos”.

Señaló que “hice todo lo que estaba a mi alcance, quizás debí hacer otras cosas, pero me voy contento y satisfecho con este trabajo que realicé aquí con la voluntad de Dios”, dijo. 

Para él, ser obispo no fue tarea fácil, sobre todo en los tiempos actuales. Entonces explicó que hay como un rechazo a todo lo que es la autoridad, por ello siempre intentó hacerlo de una manera muy cercana, muy comprometida y procurando evitar desde todo punto de vista lo que él llamó “una imagen principesca”, siempre se propuso ser una persona sencilla, “un pastor”. 

Su vida pastoral siempre fue diáfana y transparente, demostrando en cada instante su amor y fe en Dios. "Dice que se va contento y satisfecho con este trabajo que realizó en Maracay con la voluntad de Dios", refirió El Periodiquito.

Monseñor Conde dejó un legado

El legado que dejó monseñor Conde es la fe y el amor que compartió siempre con todos los feligreses. Estuvo convencido que la fe de las personas no puede disminuir y mucho menos desaparecer ante circunstancias adversas, “al contrario de robustecerse debe fortalecerse”, comentó.

Con cariño habló acerca de las experiencias vividas en Aragua, para él la bondad de la gente de la región y su cercanía lo marcó, “saben enfrentar las dificultades con optimismo, luchando contra todo lo que pueda desanimar, creo que es un ejemplo que me dieron también”, confirmó al El Periodiquito.

Toda una vida entregada a Dios

De acuerdo con la nota de prensa enviada a El Guardián Católico desde la CEV, monseñor Rafael Conde nació el 13 de julio de 1943 en Caracas e ingresó al Seminario menor a los 12 años de edad, graduándose como bachiller en humanidades. Luego estudia filosofía y teología en el Seminario Mayor “Santa Rosa de Lima” de Caracas.

“En 1967, tras su ordenación diaconal, fue enviado a Roma, donde obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana”, explica la nota enviada desde la CEV. Fue ordenado sacerdote el 8 de diciembre de 1968 por imposición de manos y oración consecratoria del entonces Arzobispo de Caracas, Cardenal José Humberto Quintero, primer Cardenal de Venezuela.

Incardinado a la Arquidiócesis de Caracas, fue Vicerrector del Seminario San José en El Hatillo; profesor de Derecho Canónico en el mismo Seminario; Canciller de la Curia Arquidiocesana; Notario del Tribunal eclesiástico; Deán de la Iglesia Catedral de Caracas; miembro de la Comisión Nacional de Codificación; Vicario Judicial del Tribunal eclesiástico y miembro del Colegio de consultores y Consejo Presbiteral.

El 2 de diciembre de 1995 fue nombrado obispo auxiliar de Caracas, recibiendo su ordenación episcopal en la Basílica San Pedro en Roma, el 6 de enero de 1996, donde el ordenante principal fue Papa Juan Pablo II. Más tarde, el 21 de agosto de 1997, fue nombrado Obispo Coadjutor de la Diócesis de La Guaira. Fue también Obispo de la Diócesis de Margarita, recibiendo su nombramiento el 8 de marzo de 1999.

La CEV resalta que su lema episcopal fue “Siempre alegres en el Señor”, el cual orientó sus años de servicio a la Iglesia como Obispo. 

En el día de su fallecimiento, este lema tomado de la Carta de Pablo a los Filipenses 4,4, es para quienes le conocieron, un recordatorio de la Esperanza y la alegría cristiana que encuentra su fundamento en la certeza de la Vida Eterna.


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