Durante el año 2018, un estimado de 2000 niños y adolescentes recibieron alimentación de lunes a viernes, en varios comedores de la parroquia San Alberto Hurtado, en La Vega, una barriada pobre de Caracas
El Padre Alfredo Infante Silvera no deja de soñar “con un país donde la economía funcione y no se tenga la necesidad de tener comedores porque las familias dependen de su trabajo”, dijo en nota enviada a Aleteia en vísperas de las fiestas de navidad y año nuevo. Como ninguno, él vive de cerca la dura realidad del hambre y escasez que azotan a Venezuela. Es el párroco de la iglesia “San Alberto Hurtado”, en la parte alta de La Vega, una de las barriadas más pobres y habitadas del sur oeste de Caracas.
Pero este pastor, que pertenece a la Compañía de Jesús, la misma congregación del papa Francisco, no se rinde y en sus mensajes esperanzadores, siempre sostiene: “Repetir incansablemente que en Venezuela no hay soluciones nos hace daño. Debemos vencer el mal a fuerza de bien”. Su trabajo deja rastros positivos para la iglesia venezolana que, “ante la necesidad imperante, asiste a las comunidades en el servicio de la alimentación”, tal vez, la necesidad más notoria y que ha marcado con mucho dolor al país suramericano.
Alfredo coincide con las autoridades eclesiales en que las “Ollas comunitarias”, no son la solución definitiva, sin embargo, éstas ayudan a mitigar el hambre de muchos venezolanos. Enfatiza que este tipo de trabajo “se observa en la mayoría de las parroquias y en los comedores populares, entregando alimentos en casas hogares y de la tercera edad”.
Comida y formación integral
La parroquia “San Alberto Hurtado” está dirigida por los padres jesuitas, quienes llegaron a La Vega en los años 70, dedicándose con especial esmero a la comunidad, “una de las más desasistidas y abandonadas de la ciudad capitalina”, explicó. “En La Vega hemos implementado una alianza con los programas Alimenta la Solidaridad y Caracas mi Convive, dirigidas por los emprendedores sociales Roberto Patiño y Leandro Buzón”.
Son cuatro los comedores comunitarios que funcionan en los sectores Andy Aparicio, Ayacucho, Sinaí y La Isla, en los que se atienden de lunes a viernes a 360 niños.
También funcionan dos comedores escolares, sustentados en alianza con Organizaciones no gubernamentales, empresas privadas y aportes privados. “Uno en la Unidad Educativa ‘Luis María Olaso’ de la red educativa Fe y Alegría; y otro en la Escuela ‘Canaima’, en los que se les brinda alimento de lunes a viernes a 1600 niños y adolescentes”.
También trabajan por el quehacer deportivo de los muchachos en estas barriadas de la parte alta de La Vega. En ese sentido comentó que el 4 de noviembre de 2017 junto a Gerson Durán, fundaron la Escuela de Fútbol San Alberto Hurtado, donde se atienden un aproximado de 60 niños los fines de semana y, además, se les comparte el desayuno.
Ser fermento en la masa
Con relación al trabajo que se cumple en esta populosa comunidad de Caracas, el religioso jesuita aseguró: “La parroquia tiene como objetivo ser puente de solidaridad y red entre organizaciones que desean apoyar y contribuir, ya que los comedores buscan, no solo dar el pan, sino también ser un espacio de ciudadanía y emprendimiento”.
Para el también director de la Revista SIC del Centro Gumilla, la cooperación y el trabajo en red con otros, salva; y dice afianzar su apostolado en la “imagen evangélica” de “*ser fermento en la masa”, es decir, “fermento en lo bueno, en la paz, en la democracia y en la justicia*”, aseguró durante una entrevista en el canal Televen.
¿Cómo colaborar?
“Para apoyar esta labor y contribuir a que los niños de los sectores de la parte alta de La Vega sigan recibiendo el alimento que por derecho les corresponde, dio a conocer la cuenta donde las personas de buena voluntad puedan dar su colaboración”, informó Herimar Narváez, promotora de la cuenta Caracas Vamos a Misa.
“Servicio Jesuita a Refugiados. Destino San Alberto Hurtado; RIF J-308661392; Banco Venezolano de Crédito (BVC); en la cuenta número: 0104 0001 5100 1055 7054”.
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