El
hambre ha tocado las puertas de Venezuela y la Conferencia Episcopal Venezolana
(CEV), la enfrenta con lo que tiene: con oración, caridad, solidaridad y un
poco de comida. Por ello, en un mensaje difundido este 19 de marzo, a pocos
días de celebrarse la Semana Santa, realizó una propuesta tan original como
necesaria, para mitigar los sufrimientos de la población venezolana, sumida en
la peor crisis humanitaria de su historia republicana.
“Qué
hermoso sería que el Domingo de Resurrección, como expresión de nuestra fe en
el Resucitado que nos ha hecho hijos de Dios Padre y, por tanto hermanos, en
cada una de nuestras comunidades parroquiales se pueda tener una “olla
comunitaria” o una “comida fraterna”, en la que todos participemos, invitando a
los más pobres, a los indigentes, a los necesitados”, dice la CEV, encabezada
por monseñor José Luis Azuaje Ayala.
Los
obispos describen el terrible drama del país suramericano y recuerdan a los
dirigentes políticos, sociales y económicos: “cualquier cosa que se haga a cada
uno de los hermanos que empeore su situación de vida, sea menosprecio,
imposición de cargas pesadas, empobrecimiento, olvido de su protagonismo, robo
de lo que les pertenece, se le está haciendo al mismo Jesús”.
Expresiones de ternura y
solidaridad
Otra
propuesta hecha por el Episcopado Venezolano consiste en que durante los
últimos días de Cuaresma, Semana Santa y durante la Pascua de Resurrección se
intensifiquen las visitas a los enfermos, ancianos, privados de libertad, a los
barrios pobres y comunidades necesitadas, “para llevar de lo que tenemos”.
En
este punto proponen “acompañar a tantas personas que sienten la tristeza de la
partida de sus seres queridos hacia otras naciones”; tomar conciencia “de la
labor que se va realizando en la frontera con Colombia y Brasil donde se acogen
y acompañan” a muchos migrantes venezolanos, “así como en otros países hermanos
que los han recibido con solidaridad”.
Cuarenta Horas.
Igualmente sugieren del 19 al 22 de abril, organizar en toda Venezuela, una
jornada nacional de oración, al estilo de las “Cuarenta Horas”, en las
comunidades parroquiales y eclesiales, para realizar “gestos significativos de
misericordia y caridad para con quienes de verdad sienten necesidad de una
expresión de ternura, solidaridad y caridad”.
Mención
especial de estas jornadas religiosas será recordar a todas las personas, la
mayoría jóvenes, que a partir del 19 de abril del año pasado fueron asesinadas
por reclamar los valores de la democracia en el país. “Su memoria y entrega no
deben ser olvidadas. La justicia prevalecerá en algún momento de nuestra
historia Patria”, explican.
Para el 20 de mayo, día de Pentecostés pedirán al Espíritu Santo “iluminar nuestras
mentes para discernir el camino a seguir”, acotan.
Obispos interpelan al gobierno y a la
oposición
Aunque
la CEV plantea las mayores quejas y endilga las responsabilidades al gobierno
socialista de Nicolás Maduro, también recuerda a la dirigencia política en
general, que no ha estado a la altura de la problemática que sufren los ciudadanos
del país bolivariano.
“Los venezolanos no nos merecemos esto,
mucho menos quienes han estado sumergidos en la pobreza y hoy han pasado a
engrosar el número de personas en la miseria”, sostienen.
“La
falta de alimentos, medicamentos y de otros productos, así como las fallas de
energía eléctrica que impide el trabajo productivo y el desarrollo normal de la
vida cotidiana, atenta contra la dignidad de las personas”.
La
CEV interpela a los dirigentes políticos del gobierno y la oposición, así como
a profesionales, a miembros de los gremios, obreros, empresarios, trabajadores
del campo, maestros y estudiantes: “¡Escuchen el clamor del pueblo! Está
pidiendo ser oído. No basta con promesas o con pequeñas dádivas
dirigidas a esclavizar y hacer improductivas a las personas. No hay tiempo que
perder, es la hora de un verdadero cambio”, concluye.
PRESIDENCIA DE LA CONFERENCIA
EPISCOPAL VENEZOLANA
MENSAJE AL PUEBLO DE DIOS Y A LAS
PERSONAS DE BUENA VOLUNTAD.
1. Terminando la Cuaresma y cercana la
conmemoración de la Semana Santa, nos disponemos a celebrar la Pascua del
Resucitado. Es la fiesta de la alegría que nos da el sabernos liberados del
pecado y convertidos en “hombres nuevos”. Este año, sobre todo por las
circunstancias que nos rodean, debido a la crisis generalizada que afecta particularmente a los más
pobres, ese tiempo pascual
debe ser preparado y vivido con espíritu de fraternidad, solidaridad, caridad y con mucha conciencia de lo que queremos hacer con
el futuro de nuestra Patria.
I. “¿Cómo podríamos cantar un
cántico nuevo en tierra extraña?” (Salmo 138)
2. En los últimos tiempos, Venezuela se ha convertido en una especie de
“tierra extraña” para todos. Con inmensas riquezas y potencialidades, la nación
se ha venido a menos, debido a la pretensión de implantar un sistema
totalitario, injusto, ineficiente, manipulador,
donde el juego de mantenerse en el poder a costa del sufrimiento del pueblo, es
la consigna. Junto a esto, además de ir
eliminando las capacidades de producción de bienes y servicios, ha aumentado la
pobreza, la indefensión y la
desesperanza de los ciudadanos.
3. El deterioro ha sido inmenso: la
falta de alimentos,
medicamentos y de otros productos, así como las fallas de
energía eléctrica que impide el trabajo productivo y el desarrollo normal de la
vida cotidiana, atenta contra la dignidad de las personas. Esto ha conducido a que un considerable número de venezolanos decidan irse del país en
búsqueda de nuevos horizontes, trayendo como consecuencia el desarraigo y la
tristeza en miles de familias; a otros los ha empujado a la práctica del
contrabando, el “bachaqueo” y variadas formas de corrupción. Quienes nos
quedamos luchamos por no perder la
esperanza y llamamos a los más débiles a defender sus derechos y recuperar las
libertades perdidas.
4. La dirigencia política no ha estado ni está a la altura de la
problemática que sufren los
venezolanos. Pareciera que la calidad de vida del venezolano no es la
prioridad de quienes nos gobiernan, pues son insensibles ante tanto dolor,
sufrimiento y muerte. El Gobierno y sus seguidores tienen la mayor
responsabilidad, al querer imponer un régimen que mediatiza al ser humano, y
así mantener sus intereses políticos y
económicos; el plan de la patria ha sido nefasto
para la vida de los venezolanos, los tan nombrados motores de la
revolución sólo han quedado
en el papel. Los venezolanos no
nos merecemos esto, mucho menos quienes han estado sumergidos en la pobreza y
hoy han pasado a engrosar el número de personas en la miseria. Es imposible que
un pueblo con hambre, con enfermedades y sin oportunidades, pueda pensar en el
desarrollo integral de la Patria; y más difícil es entender cómo personas que están sufriendo tantas calamidades se adhieren aún a las propuestas gubernamentales que
les hacen sufrir, que han quebrado a la nación, y han propiciado que
funcionarios públicos hayan hecho de ella su hacienda
y peculio personal.
5. Como lo hemos hecho en otras
oportunidades, llamamos a la dirigencia que disiente del oficialismo, que cada día es más numerosa,
a una mayor coherencia en sus prácticas y acciones. La unidad se construye en la pluralidad.
Por tanto, no se debe satanizar a todos los que tengan opiniones divergentes,
sino más bien, asumir la realidad que vivimos los venezolanos siendo todos más
conscientes de dicha unidad. Con ello, se podrá tener un horizonte más
claro en el que el reclamo exigente de una salida democrática y pacífica,
supere la terquedad de un gobierno que se hace cada vez más ilegítimo por sus
actuaciones y por la creciente represión hasta para quienes han sido sus
miembros. Hay que tratar de sumar cada día más a todas las instituciones y
sectores, sin olvidar que las organizaciones populares tienen un lugar
primordial, pues son ellas las protagonistas
de la vida ciudadana. Nuevamente recordamos que el pueblo, y en especial los pobres, es el auténtico sujeto
social del cambio y del desarrollo del país.
6. Los venezolanos estamos convencidos, que
no es con las dádivas gubernamentales ni con las promesas de los dirigentes
políticos como se va a solucionar la grave situación que afronta nuestra Venezuela. Si el pueblo no es tomado en cuenta como protagonista de
los cambios necesarios en lo político, económico y social, crecerán la desilusión, la migración, la
desconfianza, el conformismo y la pobreza. Entonces nos
preguntamos con el salmista, “¿Cómo cantar un cántico nuevo en
esta tierra que cada día se vuelve extraña?”
II. “Lo que hicieron a
uno de estos pequeños, a Mí me lo hicieron” (Mt. 25,40).
7. Para los cristianos, esta situación
no puede ser ajena a nuestras preocupaciones, oraciones, compromisos
evangelizadores y de promoción humana. En primer lugar porque formamos parte de este pueblo sufriente; en
segundo lugar porque nuestra fe en Jesús nos lleva a tener y testimoniar una
permanente opción preferencial por los más pobres, excluidos y afligidos de la
sociedad; y en tercer lugar, porque esa misma fe, vivida en caridad nos impulsa
a hacer realidad en nuestra nación el Reino de Dios, que lo es de justicia,
paz, amor, verdad y libertad. Somos solidarios no por un sentimiento, sino por
nuestra pertenencia a ese pueblo con el cual compartimos sus esperanzas y
gozos, sus angustias y problemas (cf. G.S. 1). El tiempo que vivimos debe
ser una ocasión propicia para manifestar la misericordia del Padre Dios,
a través de nuestras obras y testimonio de una caridad fructífera: Caridad y
misericordia que deben conducirnos a trabajar también por la reconciliación en nuestra
Patria.
8. A todos los dirigentes políticos,
sociales y económicos, les queremos recordar que cualquier cosa que se haga a
cada uno de los hermanos que empeore su situación de vida, sea menosprecio,
imposición de cargas pesadas, empobrecimiento, olvido de su protagonismo, robo
de lo que les pertenece, se le está haciendo al mismo Jesús. No hay que olvidar
que, al final, seremos juzgados por el amor con el cual hayamos vivido y
trabajado. Algunos dirán que su fe no se fundamenta en Jesús, sino en el poder que ostentan, pero les
recordamos que todo poder es efímero: así como lo han obtenido, podrán perderlo
en cualquier instante, y lo peor del caso es que quedarán expuestos a ser juzgados por sus propias acciones y palabras.
9. La de los pobres es la causa de Jesús
y, por ende, de la Iglesia. Los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos de nuestras comunidades eclesiales y grupos
apostólicos, al anunciar el Evangelio y construir el Reino de Dios, expresamos
no sólo nuestro
compromiso solidario, sino que garantizamos con nuestra entrega, el
acompañamiento a los pobres, a los que sufren y a quienes se sienten excluidos.
Nuestras acciones de caridad y acción social quieren ser una contribución para
aliviar sus penas y también para aportar soluciones que dignifiquen su
existencia personal, familiar y comunitaria. Todas nuestras instituciones están,
hoy más que nunca, al servicio del pueblo y con mayor énfasis, a los más necesitados.
III. “La comunidad de los creyentes
compartía todo lo que poseían… y nadie
pasaba
necesidad” (Hech. 2, 44-45).
10. Durante la Cuaresma solemos
fortalecer nuestra vida de creyentes con acciones de caridad y misericordia. Nuestra participación en las diversas celebraciones
litúrgicas y otros actos de devoción deben ser una bella ocasión para reafirmar
precisamente nuestro compromiso con los más necesitados. De ahí, la importancia
no sólo de prepararlas con dedicación junto con nuestros sacerdotes y laicos,
sino que hemos de predicar con decisión la Palabra de Dios, para que sea
iluminadora en estas circunstancias que todos vivimos. Dedicaremos mayor tiempo
para atender a las personas en sus necesidades espirituales, de modo especial
en el sacramento de la reconciliación. Debemos recordar que durante la Semana Santa,
al conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, podemos
acercarnos a los sacramentos, al encuentro con la Palabra y la renovación de
nuestros compromisos bautismales que nos lleva al encuentro misericordioso con
los más necesitados. Con la Resurrección del Señor reafirmamos nuestra
esperanza y nuestro compromiso caritativo.
Deseamos presentar en orden a lo expuesto, desde una perspectiva
eclesial, las siguientes propuestas:
- Qué hermoso sería que el Domingo
de Resurrección, como expresión de nuestra fe en el Resucitado que nos ha
hecho hijos de Dios Padre y, por tanto hermanos, en cada una de nuestras
comunidades parroquiales se pueda tener una “olla comunitaria” o una
“comida fraterna”, en la que todos participemos, invitando a los más
pobres, a los indigentes, a los necesitados.
- Que a lo largo de los últimos
días de Cuaresma, de la Semana Santa y de Pascua intensifiquemos las
visitas a los enfermos, a los ancianos, a los privados de libertad, a los barrios
pobres y a las comunidades necesitadas, para llevar de lo que tenemos; para acompañar
a tantas personas que sienten la tristeza de la partida de sus seres
queridos hacia otras naciones; para que tomemos conciencia de la labor que
se va realizando en la frontera con Colombia y Brasil donde se acogen y
acompañan a tantos migrantes venezolanos, así como en otros países
hermanos que los han recibido con solidaridad: Gracias a las Iglesias
hermanas y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
- Sugerimos que
en toda Venezuela, del 19 al 22 de abril, además de organizar una jornada
nacional de oración, al estilo de las “Cuarenta Horas”, en todas las comunidades parroquiales y
eclesiales, se hagan gestos significativos de misericordia y caridad para
con quienes de verdad sienten necesidad de una expresión de ternura,
solidaridad y caridad.
· Mención
particular deben tener en nuestras oraciones todas las personas, la mayoría
jóvenes, que a partir del 19 de abril del año pasado fueron asesinadas por
reclamar los valores de la democracia en el país. Su memoria y entrega no deben
ser olvidadas. La justicia prevalecerá en algún momento de nuestra historia
Patria. Igualmente el día de Pentecostés a
celebrarse el próximo 20 de mayo, pidamos que el Espíritu Santo ilumine
nuestras mentes para discernir el camino a seguir para la recuperación del
país.
11. Como lo hemos señalado en nuestro
comunicado del 29 de enero pasado, en el pueblo reside la soberanía, por lo que
ante esta situación tan dolorosa y dramática que vivimos los venezolanos, urge que sea tomado en cuenta como protagonista
y sujeto de su cambio y de la construcción de la Venezuela que todos queremos. Interpelamos a los
dirigentes políticos, del Gobierno y de la Oposición, así como a profesionales,
miembros de los diversos gremios, obreros, empresarios, trabajadores del campo,
maestros y estudiantes: ¡Escuchen el clamor del pueblo! Está pidiendo ser oído.
No basta con promesas o con pequeñas dádivas dirigidas a esclavizar y hacer improductivas a las personas. No hay tiempo que perder y es la hora de un verdadero
cambio para ser una nación próspera y donde se viva en democracia, y todos
encontremos una tierra propia para construir sueños de libertad, fraternidad e
inclusión social.
12. Imploramos la gracia del Espíritu Santo: que su luz y sabiduría nos
acompañe para poder contribuir a la salida justa, pacífica y humana de la
crisis que golpea a todos en Venezuela. Dios Padre nos ha dado el hermoso
regalo de su Hijo, quien con su muerte y resurrección nos ha dado la vida nueva
que hemos de vivir con decisión en el amor, en la justicia y la Paz. Para ello,
contamos con la maternal protección de María, Nuestra Señora de Coromoto, Madre
de todos los venezolanos.
Con nuestra bendición.
Caracas, 19 de marzo del año 2018, Festividad de San José.
X José Luis Azuaje Ayala
Obispo de Barinas
Presidente de la CEV
|
X Mario Moronta Rodríguez
Obispo de San
Cristóbal
1° Vicepresidente de la CEV
|
XRaúl Biord Castillo
Obispo de La Guaira
2° Vicepresidente de la CEV
|
X José Trinidad
Fernández Angulo
Obispo Auxiliar de Caracas
Secretario General de la CEV
|
XJorge Cardenal
Urosa S.
Arzobispo de Caracas
Presidente
Honorario de la CEV
|
XBaltazar Cardenal
Porras C.
Arzobispo de
Mérida
Presidente
Honorario de la CEV
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