Monseñor Baltazar Porras, arzobispo de Mérida, fue el encargado de leer la exhortación en compañía de Monseñor José Trinidad Valera Angulo, obispo de Guanare; y Monseñor Ramón Antonio Linares Sandoval, obispo emérito de la Diócesis de Barinas
Ramón Antonio Pérez / @GuardianCatolic
La Conferencia
Episcopal Venezolana (CEV) hizo un llamado a los venezolanos a ser “actores y
protagonistas de la Venezuela que queremos” considerando que “es equivocado
cerrarse en visiones ideológicas, en fanatismos o en legados intocables”, según
lo expresa en la exhortación que dio a conocer este jueves con motivo de la
clausura de la Centésima Cuarta (CIV) asamblea ordinaria plenaria, que inició el 6 de julio y culminará este viernes 10.
“No se puede
negar lo que está a la vista: los presos políticos, los vejámenes, las
torturas, la violación de los derechos humanos", indicó el arzobispo de
Mérida en nombre de la CEV, al tiempo que exhortaron al gobierno a “tomar
medidas económicas sensatas en el marco de la Constitución y las leyes que
impidan ese absurdo y nocivo mecanismo de una política económica equivocada que
enriquece a unos pocos y empobrece a la mayoría”.
La CEV denuncia "ese absurdo y nocivo mecanismo de una política económica equivocada que enriquece a unos pocos y empobrece a la mayoría". A continuación
la exhortación completa, tanto en voz como escrito, dada a conocer por la Conferencia Episcopal Venezolana.
EXHORTACIÓN PASTORAL DEL EPISCOPADO VENEZOLANO
ASAMBLEA ORDINARIA CIV
Caracas, 9 de julio 2015
“He visto la
aflicción de mi pueblo” (Éxodo 3,7)
A todos los venezolanos, salud y bendición
1.- “He visto la aflicción de mi pueblo” (Éxodo 3,7), éste es el dolor
que Dios escucha, el clamor de los pobres, el de los desvalidos, el de
Venezuela, pueblo que resiste graves penalidades, que sufre la falta de
igualdad de oportunidades, que llora la pérdida de la vida.
2.- Los Arzobispos y Obispos de Venezuela, reunidos en la CIV Asamblea
Ordinaria, queremos compartir las angustias y esperanzas del trabajo pastoral
que realizamos al servicio de todos. La visita apostólica del Papa Francisco en
Latinoamérica reafirma las razones para la esperanza y nos impulsa al renovado
compromiso por la nueva evangelización. Agradecemos también su preocupación por
Venezuela. Es muy grato comprobar que su magisterio ha sido motor de diversas
iniciativas. Su exhortación “La alegría del Evangelio” y recientemente la encíclica
“Laudato si”, “Alabado seas”, con su sugerente mensaje desde una ecología
integral, son un preciado regalo a los creyentes y al mundo entero. El Papa con
sus palabras y sus gestos nos ofrece un hermoso testimonio para asumir las
dificultades con coraje, esperanza, responsabilidad.
3.- Es también motivo de alegría para la Iglesia latinoamericana, la
beatificación del Arzobispo Oscar Arnulfo Romero, mártir de la fe, del amor a
la Iglesia y de la defensa a los desvalidos, cuyo ministerio profético
manifiesta la permanente actualidad de una Iglesia de los pobres y para los
pobres.
4.- Acompañamos con nuestra oración y nuestra solidaria comunión a las
sufridas comunidades cristianas sometidas a horrendas persecuciones y amenazas
de exterminio por parte de grupos terroristas, ante la indiferencia de la
comunidad internacional.
5.- En el ámbito eclesial venezolano, subrayamos el entusiasmo
generado por el próximo encuentro nacional de jóvenes -ENAJO-, que tendrá lugar
en Barquisimeto, en agosto próximo, donde se espera a miles de jóvenes de todo
el país; igualmente, la preparación de la Asamblea Nacional de Pastoral, en
noviembre de este año, quiere ser un instrumento para la renovación de la
Iglesia.
6.- La Palabra de Dios nos pide a todos ser profetas y promotores de
esperanza. No al conformismo ni a la resignación, sino decidida voluntad de
superar dificultades para crear ámbitos de encuentro, diálogo y reconciliación
en toda la extensión de nuestra patria. Con la fuerza del Espíritu podremos
mirar el horizonte con sentido de compromiso y corresponsabilidad. Si tenemos
“el gusto espiritual de ser pueblo” (EG 268), hemos de manifestar que la
esperanza nos hace protagonistas de la renovación de nuestra sociedad.
LA DURA REALIDAD QUE NOS INTERPELA
7.- La preocupación por la gravísima situación que vive el país,
sentida por todos, nos exige ser críticos, creativos, solidarios. Compartimos
las inquietudes y anhelos, el sufrimiento que padece nuestro pueblo por tanta
incertidumbre. La mayoría asume que vivimos un momento muy difícil e incierto,
que es necesario y urgente superar. No se puede negar lo que está a la vista:
los presos políticos, los vejámenes, las torturas, la violación de los derechos
humanos.
8.- El pueblo venezolano exige mejores condiciones de vida diaria;
pide seguridad y mayor protección a su derecho a la salud y a la alimentación
de su familia. Toda la nación padece la falta de medicamentos y atención
hospitalaria y la escasez. Exige mayor seguridad ante la violencia desbordada, la impunidad y
el narcotráfico. A lo anterior se suman las crónicas fallas eléctricas y en el
servicio del agua potable en todo el país que repercuten tanto en la vida
familiar como en el trabajo, generando más angustias y daños.
9.- Los venezolanos vemos con asombro la devaluación diaria de la
moneda con las terribles consecuencias en el costo de bienes y servicios. Todo
cuesta más cada día, lo que golpea el poder adquisitivo de las familias
venezolanas. Urge tomar medidas económicas sensatas en el marco de la
Constitución y las leyes que impidan ese absurdo y nocivo mecanismo de una
política económica equivocada que enriquece a unos pocos y empobrece a la
mayoría.
10.- Un nuevo y gravísimo problema es la creación de las mal llamadas “zonas
de paz”. En ellas los cuerpos de seguridad del Estado no pueden ingresar ni
actuar sin orden superior. Extensas zonas de algunos municipios están
actualmente bajo el control de bandas anárquicas y delictivas, que actúan allí
impunemente. Eso es inaceptable y en esos sectores debe restituirse el control
del Estado y de la ley.
11.- Las inundaciones que padece el llano apureño en Guasdualito y en
varias regiones de los Andes, llaman a la solidaridad de todos. Agradecemos las
ayudas que llegan a través de las CARITAS, nacional, diocesanas y parroquiales;
que nos permiten hacernos solidarios con el acompañamiento sincero, la oración
fervorosa y la ayuda, expresión de la caridad fraterna.
TODOS SOMOS NECESARIOS PARA RECONSTRUIR A VENEZUELA
12.- Venezuela es de todos, y para reconstruir el país debemos
reencontrarnos como hermanos, buscar juntos las soluciones a nuestras
necesidades, empezando por las llamadas “necesidades básicas”. Lo primero que
podemos hacer, es que nadie pretenda imponerse eliminando a los otros. Todos
somos necesarios, por tanto hemos de ser actores y protagonistas de la
Venezuela que queremos. Asimismo, es urgente ser conscientes de los errores que
se deben corregir. Por eso, es equivocado cerrarse en visiones ideológicas, en
fanatismos o en legados intocables.
13.- Venezuela es una sola. La necesidad de diálogo y de toma de
decisiones concertadas, es impostergable. Nadie, ningún sector o persona, tiene
el monopolio de la verdad ni puede erigirse en oráculo de la verdad plena. Para
ello, cada quien tiene la obligación moral de aportar lo mejor, en la búsqueda
del bien común, teniendo en cuenta los intereses de los más pobres, para que no
sean ellos los que carguen con lo más oneroso de las medidas que se tomen.
LOS VENEZOLANOS QUEREMOS CONSTRUIR UN PAÍS
14.- que ame la paz, donde haya seguridad para trabajar, producir y
compartir, donde se destierre la prédica estéril y dañina de catalogarnos por
las diferencias, por el odio de clases, por la exaltación del enfrentamiento,
idealizando el nacionalismo vacío, la violencia o la guerra, en el que la
fuerza puede más que la razón.
15.- que promueva la unión de las familias divididas, enfrentadas,
dolidas por la ausencia de los seres queridos que han tenido que emigrar, o que
han sido víctimas de la violencia y ya no están entre nosotros. Es posible el
abrazo que sana heridas, devuelve la sonrisa y tiende la mano generosa.
16.- en el que la sociedad considere y respete a los maestros y
profesores, desde el preescolar hasta la universidad. Que haya la convicción de
que la clave está en el desarrollo del talento de su población y para lograrlo
hay que contar con la familia y con escuelas de calidad que premien la
superación y no la mediocridad. Toda la sociedad debe crear esa conciencia pues
es la mejor inversión para formar hombres y mujeres capaces de ser competentes
en cualquier campo.
17.- que entienda la política como el arte de armonizar lo diferente
para buscar caminos de consenso y el bienestar común de todos los venezolanos.
No empecinarse en erigir la polarización, las diferencias, la negación a
reconocer al otro y dialogar con el arma del poder.
18.- donde se respete y cultive la autonomía e independencia de los poderes
públicos para que el poder ejecutivo no los concentre y domine. La experiencia
también enseña que los regímenes, de corte populista y excluyentes, favorecen
el abuso del poder y la corrupción.
19.- que promueva la actividad económica abierta, en el que la
iniciativa privada con responsabilidad social, sea motora de desarrollo y
progreso, lejos del estatismo que ha fracasado en el mundo entero, antes y
ahora.
20.- que destierre de raíz la cultura de la muerte, la épica del
armamentismo y militarismo, la imposición de una única forma de ver el mundo.
No hay nada más absurdo y sin sentido que buscar la solución de los conflictos
con la violencia. Son muchos los héroes civiles, algunos de ellos anónimos, mujeres
y hombres trabajadores, inventores, promotores de todo lo bueno que deben ser
iconos referenciales para la promoción de una cultura de la vida y de la
solidaridad.
21.- que asuma la naturaleza que Dios nos ha regalado, la cuide y la
proteja. Que cultive la tierra y la haga producir, asegurando alimentos para
toda la población. Que cuide los recursos naturales, el agua, los bosques, la
vegetación, asegurando la belleza de la casa que Dios nos regaló para vivir en
ella. Que los recursos no renovables como el petróleo, se siembren para mejorar
la calidad de la educación, la salud, la vialidad, y no sean usados para
ganancias políticas que no benefician en nada a la población.
22.- que se enorgullezca de ir con la verdad por delante, porque es el
único camino que genera confianza y credibilidad, pues sólo “la verdad nos hace
libres” (Jn. 8,32). El uso de la mentira, de las medias verdades, de la manipulación,
degrada al ser humano y lo convierte en promotor de inequidad e injusticia, y no
ayudan a la credibilidad y confianza que todos tenemos tener en quienes deben representar
y defender a todos los ciudadanos sin distinción.
LA ESPERANZA PASA POR LA PARTICIPACIÓN, LIBERTAD, CREATIVIDAD.
23.- Todo el pueblo debe participar con responsabilidad en el proceso
electoral de diciembre próximo. En las actuales circunstancias resultan de muy
significativas e importantes. Es un deber que no podemos eludir. Es la
oportunidad de la recomposición política y social del país. No queda sino el
poder de la soberanía popular que indique con su intuición creadora, el país
que sueña y quiere. Trabajar por un proceso limpio, participar con valentía
pero con respeto, denunciar con verdad, es obligación ciudadana y cristiana.
Los responsables de garantizar el orden público y la pulcritud del proceso
electoral, en conciencia, deben asumir la misión que les asigna la Constitución
para que los comicios se desarrollen en igualdad, en paz y en libertad.
24.- Los candidatos y las organizaciones políticas, tanto del
oficialismo como de la oposición, deben buscar el bien común y no en mezquinos
y particulares intereses. La gente quiere sentirse tomada en cuenta, no burlada
ni engañada, y reclama que se le ofrezcan propuestas que le permitan acrecentar
su esperanza, ofreciéndoles positivamente un futuro mejor en paz y concordia.
25.- El Consejo Nacional Electoral
tiene la obligación de ser imparcial, evitando el
ventajismo, el abuso o la parcialización, y garantizando el libre ejercicio por
parte de los electores del derecho al voto según su conciencia. Esta actitud
favorecerá la superación de la inercia y el desánimo y permitirá ponernos en el
camino que nos insinúa el Papa Francisco: reconocer al otro, sanar las heridas,
construir puentes, estrechar lazos y ayudarnos mutuamente a llevar las cargas
(EG 67).
26.- El pueblo exige libertad, para opinar, disentir, proponer, tener
acceso a una información libre; es un derecho que no debe ser cercenado. Las
excesivas cadenas y la propaganda tendenciosa tienen que ser rechazadas y
puestas al descubierto.
INVITACIÓN CORDIAL Y FRATERNA
27.- En estos tiempos de angustia y dificultad, reafirmemos nuestra fe
en el Señor resucitado que nos invita a superar el miedo y la desesperanza en
la búsqueda de un país justo, unido y productivo. El Papa Francisco nos llama a
vivir un año jubilar a partir del próximo 8 de diciembre para una profunda
conversión del corazón, de las actitudes y de las acciones. Para ello recordándonos
que Dios quiere misericordia y no sacrificios, nos impulsa a construir y hacer
posible en Venezuela el Reino de Dios, de justicia, paz y amor, centrar toda
nuestra vida en Cristo, “rostro de la misericordia de Papá Dios”. No bastará
sólo con actos piadosos: la oración y la reflexión a partir de la Palabra de
Dios deben ir acompañados con acciones que hagan posible el perdón y la
reconciliación, así como descubrir la corrupción que frena un futuro lleno de
esperanza (“El Rostro de la misericordia”, n. 19 y 20).
28.- Como ciudadanos y como creyentes, sabemos que la experiencia
cristiana debe provocar consecuencias sociales. Queremos seguir construyendo
una Iglesia pobre y de los pobres, en actitud misionera, en permanente
actividad de conversión, servicial y samaritana, que enseñe, predique y sane
con actitud misericordiosa. Es la razón de ser de nuestros planes y proyectos
pastorales. La realidad concreta, máxime si es difícil, nos interpela a
establecer relaciones entre el evangelio y la vida concreta, personal y social
(cfr. EG 180-181).
29.- Escuchar el grito de los pobres es una forma especial del
ejercicio de la caridad, que pasa por devolver la dignidad y la paz a la
sociedad en la cual vivimos. Que María de Coromoto bendiga al pueblo
venezolano, también a los que no creen o no comparten nuestra fe, pues los
dones de Dios son para todos.
Con nuestra afectuosa bendición.
LOS ARZOBISPOS Y OBISPOS DE VENEZUELA
Caracas, 9 de julio de 2015.
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