“La
fe no es sólo para tenerla en el cerebro, sino para llevarla en el corazón, para
vivir religiosa y santamente”, dijo el Arzobispo de Caracas durante la homilía
Ramón Antonio Pérez / @GuardianCatolic
Caracas, 05 de abril de 2015.- El cardenal
Jorge Urosa Savino, presidió el pasado Miércoles Santo, una eucaristía en honor
del Nazareno de San Pablo, en la Basílica de Santa Teresa de Caracas, pidiendo el
cese de la delincuencia, la violencia política, el secuestro, la venganza y
otros problemas que atañen a la familia y a la sociedad venezolana, e
insistiendo en la necesidad de ser buenos cristianos y respetar la vida.
Expresó que el
Santo Padre Francisco está insistiendo mucho en estos temas. “No
podemos considerarnos buenos cristianos si no amamos al prójimo, si no ayudamos
a los demás, si no perdonamos, si no somos solidarios”, citó del Papa Francisco.
Luego acotó: “un
cristiano no puede nunca dañar, perjudicar y mucho menos matar a otra persona.
Nadie, por más importante que se crea, tiene derecho a matar a nadie. Hay un
mandamiento absoluto: No matarás”.
Expresó su
rechazo a la violencia asesina que también cobra vidas entre funcionarios
policiales. “Rechazamos la venganza, el secuestro y cualquier tipo de asesinato,
entre otros de funcionarios policiales que son asesinados para quitarles su
arma”, dijo.
En ese orden narró
la experiencia de un funcionario policial a quienes tres hombres intentaron
robar en Montalbán. “Gracias a Dios no le hicieron nada”,
dijo el Cardenal Urosa, agregando: “No podemos ni comprar pan, tranquilos, eso
no puede ser. La violencia y la delincuencia no son el camino para vivir una
vida buena. La mayoría de los delincuentes terminan asesinados por otros
delincuentes”.
Igualmente, exigió
respeto a la vida de los no nacidos, indicando: “rechazamos la pena de muerte, y
también el aborto provocado, que es un crimen abominable, pues es matar a un
niño no nacido, inocente e indefenso, en el vientre de su madre”.
Como la Familia de Nazaret
En su
predicación también habló de la necesidad e importancia de fortalecer la
familia, que se encuentra “muy golpeada” en Venezuela. Para
ello pidió seguir el ejemplo de la sagrada familia de Nazaret: “unida,
amorosa, cariñosa, estable, unida, religiosa, una familia de un hombre y una
mujer, papá y mamá, que se quieran mucho y den buen ejemplo a sus hijos”,
detalló el Cardenal Urosa.
Exhortó a la
santificación espiritual de estas a través del “Santo Sacramento del Matrimonio,
que es la bendición de Dios a la pareja conyugal, para que se amen y respeten,
para que vivan felices y tengan la fortaleza para afrontar las dificultades con
vivo y profundo amor durante toda la vida”, dijo el Purpurado.
“Es
preciso que valoremos el Sacramento del matrimonio, y que fortalezcamos la
familia”, indicó en el abarrotado templo que custodia a la imagen más
venerada de los caraqueños. “Las uniones pasajeras, el concubinato, el
amor libre, el divorcio, no son convenientes para los seres humanos, y van en
contra de nuestra fe”, enfatizó.
Practicar la fe religiosa
El Arzobispo de
Caracas pidió ser consecuentes con la fe, porque ésta “no es sólo para tenerla en el
cerebro, sino para llevarla en el corazón, para vivir religiosa y santamente”.
Y aprovechando la religiosidad popular, exhortó a “la práctica religiosa, la
participación en los actos de culto. Y especialmente en la Misa dominical”.
“No podemos
considerarnos buenos católicos y ser indiferentes a la Misa, a los sacramentos”,
leía durante la homilía. “Tenemos que cumplir el tercer mandamiento de la Ley
de Dios: Santificar las fiestas”, acotaba el Primado de la Iglesia en Venezuela.
Como el Buen
Pastor que cuida a sus ovejas, el Cardenal Urosa alentó a mejorar en el
cumplimiento de la práctica religiosa. “El Domingo es el día del Señor, de Dios,
para acercarnos a Él participando en la Santa Misa todos los domingos y fiestas
de guardar, y no solamente en las grandes ocasiones, como Semana Santa”.
Finalmente, hizo
un llamado a valorar los sacramentos, especialmente el bautismo. “Así
como una familia se preocupa por alimentar, vestir y cuidar a su bebé, así debe
preocuparse por darle la vida nueva de Jesús, a través del Bautismo”,
expresó.
Miércoles Santo en Santa Teresa
Los obispos auxiliares
de Caracas, Monseñores: Jesús González de Zárate, Tulio Luis Ramírez Padilla y Fernando
Castro Aguayo, desde las 9 de mañana presidieron las eucaristías cada hora de
manera respectiva. Abordaron temas de la realidad nacional y aspecto de la
pastoral arquidiocesana.
A las 4 de la
tarde, el Nuncio Apostólico, Monseñor Aldo Giordano, presidió la eucaristía y
presentó los saludos del Santo Padre, igualmente, acompañó al Nazareno de San
Pablo durante la procesión, mostrando su profunda cercanía con la gente.
Por su parte,
Monseñor Adán Ramírez Ortiz, párroco, anfitrión y custodio del
Nazareno de San Pablo, en todo momento estuvo atento al buen desarrollo de las
actividades religiosas, interactuando con los medios de comunicación y recibiendo a las autoridades civiles y religiosas, así como a otras personalidades que peregrinaron hasta la Basílica Santa Teresa.
Se observó asumiendo decisiones e intercambiando puntos de vista con los
cuerpos de seguridad del Estado que brindaron una satisfactoria actuación. Finalmente, es de resaltar la decoración de
la venerada imagen que fue realizada de manera impecable por el joven sacristán Ángel Ramírez,
usando alrededor de tres mil orquídeas, según se conoció en fuentes allegadas.
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A continuación la homilía completa del Arzobispo de
Caracas, durante la Misa del Miércoles Santo, en Basílica de Santa Teresa
(subrayado nuestro):
Miércoles
Santo, 1 de abril de 2015, Cardenal
Jorge Urosa Savino, Arzobispo de Caracas
Como una inmensa muchedumbre
de venezolanos en todas las Iglesias a lo largo y ancho de todo el país, nos
encontramos aquí para presentar el homenaje de nuestra fe y adoración a
Jesucristo, el hijo eterno de Dios hecho hombre, el Nazareno, que murió por nuestros
pecados y resucitó gloriosamente para nuestra salvación. Estamos aquí para
pagar nuestras promesas y para pedirle por todas nuestras necesidades,
materiales y espirituales.
Él reina glorioso en el
cielo. Pero en lo encontramos artística y devotamente representado por esta bellísima
imagen del Nazareno de San Pablo, Jesucristo cargando con la cruz para
redimirnos de nuestros pecados. Esta hermosísima imagen de Jesús representa a aquel
que fue llevado a la muerte por proclamar su divinidad (Jn 5, 18; 10, 33), aquél
que sufrió el indecible suplicio de la cruz, luego de haber sido sometido a
torturas y maltratos crueles e inhumanos. Nosotros creemos que Jesús Nazareno, que murió
y resucitó por nosotros, es el mismísimo Dios hecho hombre, que fue enviado por
nuestro amoroso Padre celestial para revelarnos así la inmensidad de su amor, y
para enseñarnos el camino de una vida serena, apacible, santa, y feliz, a fin
de que, libres del pecado y de toda clase de maldad e ignorancia, alcancemos la
felicidad y la salvación eterna.
¡JESUS ES EL SEÑOR, PARA GLORIA
DE DIOS PADRE! (Flp. 2,11)
Cuando San Pablo decía estas
palabras, estaba diciendo que Jesús es Dios, pues ese es el significado de la
palabra Kyrios, Señor, en el lenguaje religioso del Antiguo y del Nuevo
Testamento. Ese es el núcleo, el centro de nuestra fe y de nuestra Santa
Religión: que Jesús, el Mesías enviado por Dios para guiarnos hacia la plenitud
de la vida, comenzando aquí en la tierra, y para que la disfrutemos por toda la
eternidad, es su Hijo Unigénito, la segunda persona de la Santísima Trinidad, el
mismo Dios hecho hombre, que asumió nuestra naturaleza humana en todo, menos en
el pecado. Hoy pues le damos gracias a Dios por su inmenso amor, y reafirmamos
nuestra fe en su palabra que es palabra de vida eterna. Por ese motivo decimos
al Señor: !Gracias, Señor, gracias!
COHERENCIA ENTRE FE Y VIDA
Ahora bien, mis queridos hermanos:
Creer en Jesús Nazareno exige que vivamos de acuerdo a sus palabras, que son
palabras de vida eterna. El mismo nos dice: “No todo el que me dice “Señor,
Señor”, entrará en el Reino de los cielos; sino el que cumpla la voluntad de mi
Padre, ese entrará en el Reino de los cielos” (Mt, 7 21). Debemos ser consecuentes con
nuestra fe. La fe no es sólo para tenerla en el cerebro, sino para llevarla en
el corazón, para vivir religiosa y santamente. Y quisiera indicar tres
puntos importantes en los que debemos mejorar en nuestra fidelidad al Señor.
El primero: fortalecer la familia:
La familia en Venezuela está
muy golpeada Y estamos llamados a fortalecer nuestra familia, siguiendo el
ejemplo de la Sagrada Familia de Nazareth: Una familia unida, amorosa,
cariñosa, estable, unida, religiosa, una familia de un hombre y una mujer, papá
y mamá, que se quieran mucho y den buen ejemplo a sus hijos. Una familia santificada por
el Santo Sacramento del Matrimonio, que es la bendición de Dios a la pareja
conyugal, para que se amen y respeten,
para que vivan felices y tengan la fortaleza para afrontar las dificultades con
vivo y profundo amor durante toda la vida. Por eso, es preciso que valoremos
el Sacramento del matrimonio, y que fortalezcamos la familia. Las
uniones pasajeras, el concubinato, el amor libre, el divorcio, no son
convenientes para los seres humanos, y van en contra de nuestra fe. Fortalezcamos,
pues la familia cristiana y valoremos mucho el santo Sacramento del Matrimonio.
El amor al prójimo y el respeto a la vida
Otro aspecto en el que
tenemos que ser más consecuentes con nuestra fe y nuestra condición cristiana, es el
amor al prójimo y el respeto a la vida. El Papa Francisco nos está
insistiendo mucho en esto: no podemos considerarnos buenos cristianos si no
amamos al prójimo, si no ayudamos a los demás, si no perdonamos, si no somos
solidarios. Y por supuesto, un cristiano no puede nunca dañar,
perjudicar y mucho menos matar a otra persona. Nadie, por más
importante que se crea, tiene derecho a matar a nadie. Hay un mandamiento
absoluto: No matarás. Y por eso rechazamos la pena de muerte, y también el
aborto provocado, que es un crimen abominable, pues es matar a un niño no
nacido, inocente e indefenso, en el vientre de su madre. Y rechazamos la venganza, el
secuestro y cualquier tipo de asesinato, entre otros de funcionarios policiales
que son asesinados para quitarles su arma. Respetamos la vida, y por
eso también
rechazamos la violencia política, venga de donde venga, y la violencia contra
la mujer, contra los niños. El cristiano es y debe ser siempre gente de
paz. Y estamos llamados a respetar y defender los derechos humanos. En
ese sentido recordamos la necesidad de investigar las denuncias contra las
violaciones de derechos humanos de los presos sentenciados y de los sometidos a
juicios. En esta línea, mis Obispos Auxiliares y yo emitimos un documento el
pasado 16 de marzo.
Consecuentes con la práctica religiosa
Y otro aspecto en el que
tenemos que ser fieles y consecuentes con nuestra fe, es en la práctica religiosa, la
participación en los actos de culto. Y especialmente en la Misa dominical.
No podemos considerarnos buenos católicos y ser indiferentes a la Misa, a los
sacramentos. Tenemos que cumplir el 3er mandamiento de la Ley de Dios:
Santificar las fiestas. Es preciso que mejoremos en el cumplimiento de la
práctica religiosa. El Domingo es el día del Señor, de Dios, para acercarnos a Él
participando en la Santa Misa todos los domingos y fiestas de guardar, y no
solamente en las grandes ocasiones, como Semana Santa. Y que valoremos los
sacramentos, especialmente el Bautismo. Así como una familia se preocupa por
alimentar vestir y cuidar a su bebé, así debe preocuparse por darle la vida
nueva de Jesús, a través del Bautismo. Esto es muy importante.
CONCLUSIÓN
En esta celebración damos
gracias a Dios por habernos revelado la inmensidad de su amor a través Jesús
Nazareno, nuestro Dios verdadero de Dios verdadero. Seamos consecuentes con su
amor, llevando nuestra gloriosa fe cristiana a la práctica. Y seamos consecuentes
con nuestra fe: en la vida familiar, promoviendo y defendiendo la vida, y con
una práctica religiosa más intensa. Acerquémonos al Señor recibiendo los santos sacramentos de la
reconciliación o penitencia y la santa comunión. Y llevando a bautizar a los
niños.
Orgullosos de nuestra identidad
cristiana
Sintámonos felices,
orgullosos y agradecidos de nuestra gloriosa condición cristiana de hijos de
Dios, discípulos de Jesucristo, y miembros de nuestra Santa Iglesia Católica.
Pongamos estas intenciones bajo la maternal protección de la Virgen Santísima,
nuestra amorosa Madre celestial, la Virgen de Coromoto, Patrona de Venezuela y
de nuestra Arquidiócesis de Caracas.
¡Viva Jesús Nazareno! ¡Viva la
Virgen de Coromoto! ¡Viva la Iglesia! ¡Viva el Papa Francisco! Amén.
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