El Cardenal Urosa convocó
a una convivencia en la que fueron reunidos los sacerdotes, diocesanos o
religiosos que trabajan pastoralmente en la Arquidiócesis de Caracas, y que
fueron ordenados desde el año 2000 hasta la fecha
Ramón Antonio Pérez
@GuardianCatolic
Caracas, 20 de noviembre de 2014.- “Vivimos en una sociedad materialista y
consumista; en un mundo erotizado, un mundo que exalta el gusto y la autonomía
personal sobre todas las cosas, una sociedad relativista e inestable, que no
favorece el compromiso y la fidelidad permanente, y continuamente sometida a la
agitación política”.
De esta manera el Cardenal Jorge Urosa Savino, se dirigió
a los sacerdotes y religiosos que el 18 de noviembre asistieron a la
convivencia organizada por la Arquidiócesis de Caracas, en la sede de la Conferencia Episcopal
Venezolana.
La convocatoria estuvo dirigida
a los sacerdotes y religiosos consagrados desde el año 2000, es decir, los más jóvenes
de quienes trabajan por Cristo y la Iglesia en Caracas.
Entre los objetivos de la
convivencia estaba “intercambiar experiencias para compartir dificultades, logros y anhelos”;
“tratar
aspectos relativos a la vocación y misión sacerdotal”, con los retos
existentes en Caracas, “desde la perspectiva de los sacerdotes jóvenes”.
También se pretendía “renovar los compromisos y comunión fraterna”,
además de “fortalecer la decisión de servir al Señor y a su pueblo santo como
ministros del inmenso amor de Dios en esta Iglesia arquidiocesana”.
El Cardenal Urosa desarrolló
un tema que fue denominada: “Ser sacerdotes hoy en Caracas”, el
cual estuvo compuesto de cinco partes. En el primer punto abordó la realidad
sacerdotal y vocacional; en segundo lugar, el Sacerdocio de Cristo; el tercer
aspecto fue “nuestra participación en el sacerdocio de Cristo”; luego habló
acerca de “vivir el sacerdocio”; y finalmente, el tema de la “oblación y
pastoreo”.
Resaltó que los sacerdotes “estamos
sobrecargados de trabajo, lo cual nos lleva a descuidar nuestra vida personal,
especialmente el aspecto religioso y espiritual, la unión, la intimidad con
Dios, la experiencia religiosa”.
Cuando abordó el tema de la
realidad citó una intervención del Obispo Auxiliar de Caracas, Monseñor Tulio
Luis Ramírez Padilla, quien durante un análisis hecho el pasado 14 de octubre,
expresaba lo siguiente: “Como a los discípulos, nos sigue enviando el
Señor en un mundo cada vez más hostil a la escucha de la Palabra de Dios, a la
religión en general, al mensaje de Cristo y de la Iglesia”.
El Cardenal Urosa, apoyado en
la misma cita, acotaba:
“Estamos
ante el panorama del avance de la intolerancia religiosa, secularismo,
relativismo, cultura de la violencia y de la muerte, rechazo a la moral de la
vida; el avance de la santería; y también la actitud de los nuevos lobos
rapaces, que se oponen a la misión del mandato de Jesús”.
A
continuación la alocución del Arzobispo de Caracas, Cardenal Jorge Urosa Savino,
durante la convivencia con sacerdotes y religiosos más jóvenes de Caracas (Subrayado nuestro):
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“SER
SACERDOTE HOY EN CARACAS”
SACERDOTE COMO CRISTO AL SERVICIO
DE SU PUEBLO
“Para
los hermanos Obispos Auxiliares y para mí es muy grato encontrarnos con
Ustedes, los sacerdotes ordenados desde el año 2000 hasta ahora. Es un
encuentro fraterno, de animación y de fortalecimiento de los vínculos que nos
unen. Al mismo tiempo nos dará la oportunidad de intercambiar ideas y
experiencias en la vivencia de nuestro sacerdocio en los difíciles tiempos que
estamos viviendo.
El
Tema de la Convivencia es “Ser sacerdotes en Caracas hoy”. Se trata de apreciar
mejor y agradecer a Dios el don del sacerdocio, así como de afrontar con
decisión las dificultades que tenemos para vivirlo y realizarlo de manera más
satisfactoria y eficaz.
1-NUESTRA
REALIDAD
“Como
a los discípulos, nos sigue enviando el Señor en un mundo cada vez más hostil a
la escucha de la Palabra de Dios, a la religión en general, al mensaje de
Cristo y de la Iglesia. …Estamos ante el panorama del avance de la intolerancia
religiosa, secularismo, relativismo, cultura de la violencia y de la muerte,
rechazo a la moral de la vida; el avance de la santería; y también la actitud
de los nuevos lobos rapaces, que se oponen a la misión del mandato de Jesús”
(Mons Tulio Ramírez, alocución del 14 oct 2014 en la Reunión. de Pastoral).
Vivimos
en una sociedad materialista y consumista; en un mundo erotizado, un mundo que
exalta el gusto y la autonomía personal sobre todas las cosas, una sociedad,
relativista e inestable, que no favorece el compromiso y la fidelidad
permanente, y continuamente sometida a la agitación política. Y, además,
estamos sobrecargados de trabajo, lo cual nos lleva a descuidar nuestra vida
personal, especialmente el aspecto religioso y espiritual, la unión, la
intimidad con Dios, la experiencia religiosa.
2-EL
SACERDOCIO DE CRISTO
Un
punto fundamental de la identidad sacerdotal es la realidad maravillosa del
sacerdocio de Cristo, manifestada por el Señor en los Evangelios, y
desarrollada ampliamente por el autor de la Carta a los Hebreos.
En
ella leemos: “partícipes de una vocación celestial, considerad al apóstol y
Sumo Sacerdote de nuestra Fe, Jesús….Teniendo, pues tal Sumo Sacerdote que
penetró lo Cielos –Jesús, el Hijo de Dios- mantengamos firmes la fe que
profesamos Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de
nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el
pecado (4, 14-15).
Y
más adelante, refiriéndose a Jesús dice: “porque todo sumo Sacerdote es tomado
de entre los hombres y está puesto a favor de los hombres en lo que se refiere
a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados... (5,1-4) y luego: “De
igual modo, Cristo tampoco se apropió la gloria del Sumo Sacerdocio….el cual,
habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso
clamor y lágrimas... fue escuchado por su actitud reverente... y llegado a la
perfección se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le
obedece, proclamado por Dios Sumo Sacerdote, a semejanza de Melquisedec (5.
5-8).
El
autor de esta carta no hace sino desarrollar la conciencia sacerdotal que Jesús
mismo tuvo de su vida, de su misión y de su entrega sacrificial en la cruz, en
clave sacerdotal, de sacrificio expiatorio, de redención salvífica. Él es el
verdadero cordero que quita el pecado del mundo (Jn 1,29). El ofrece su carne
por la vida del mundo (Jn 6,51); él es el buen pastor, que da la vida por sus
ovejas; él es aquel que muere por el pueblo (Jn 11, 49-52). Se trata de la
entrega sacrificial que Jesús hace de su misma vida, precisamente llevando a
plenitud los sacrificios de la antigua alianza… Precisamente el Papa Benedicto
XVI, en su homilía del domingo del Buen Pastor, el 29 de abril de 2010,
interpreta el pastoreo de Jesús, el dar la vida por sus ovejas, en clave
sacerdotal.
«El
buen pastor da su vida por la ovejas» (Jn 10, 11). Jesús insiste en esta
característica esencial del verdadero pastor que es él mismo: «dar la propia
vida». Lo repite tres veces, y al final concluye diciendo: «Por esto me ama el
Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita,
sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder
para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre» (Jn 10, 17-18). Este es
claramente el rasgo cualificador del pastor tal como Jesús lo interpreta en
primera persona, según la voluntad del Padre que lo envió. La figura bíblica
del rey-pastor, que comprende principalmente la tarea de regir el pueblo de
Dios, de mantenerlo unido y guiarlo, toda esta función real se realiza
plenamente en Jesucristo en la dimensión sacrificial, en el ofrecimiento de la
vida. En una palabra, se realiza en el misterio de la cruz, esto es, en el acto
supremo de humildad y de amor oblativo”. (Benedicto XVI, 29 de abril de 2012)
3-NUESTRA
PARTICIPACION EN EL SACERDOCIO DE CRISTO
El
sacerdocio de Cristo, que se nos comunica cuando el Obispo, sucesor de los
apóstoles, nos llama a participar en su ministerio como presbíteros, es uno de
los elementos centrales de la identidad del obispo y también del presbítero.
Escuchemos al Concilio Vaticano IIº en la Const. Lumen Gentium 28:
“Participando,
en el grado propio de su ministerio, del oficio del único Mediador, Cristo (cf.
1 Tm 2,5), anuncian a todos la divina palabra. Pero su oficio sagrado lo
ejercen, sobre todo, en el culto o asamblea eucarística, donde, obrando en
nombre de Cristo [103]y proclamando su misterio, unen las oraciones de los
fieles al sacrificio de su Cabeza y representan y aplican [104] en el
sacrificio de la Misa, hasta la venida del Señor (cf. 1 Co 11,26), el único
sacrificio del Nuevo Testamento, a saber: el de Cristo, que se ofrece a sí
mismo al Padre, una vez por todas, como hostia inmaculada (cf. Hb 9,11-28)”.
Es
el sacerdocio, precisamente, la participación en el sacerdocio de Cristo, lo
que distingue a los presbíteros de los diáconos, que participan también de la
acción pastoral del Señor, pero sin referencia al sacerdocio ni con la potestad
de realizar la Eucaristía. Y el Decreto Presbyterorum Ordinis: “Los
presbíteros, aunque no tienen la cumbre del pontificado y dependen de los
Obispos en el ejercicio de su potestad, están, sin embargo, unidos con ellos en
el honor del sacerdocio[100] y, en virtud del sacramento del orden [101], han
sido consagrados como verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento [102], a
imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote (cf. Hb 5,1-10; 7,24; 9,11-28), para
predicar el Evangelio y apacentar a los fieles y para celebrar el culto divino.
Por la ordenación somos consagrados a Cristo Sacerdote, y por participación del
sacerdocio de Cristo somos instrumentos vivos del sacerdote eterno” (P.O. 12)
Este
aspecto sacerdotal del pastoreo subraya el carácter específicamente
soteriológico, religioso, sacrificial, del presbiterado, cuyas funciones llegan
a su culmen precisamente en el ejercicio del culto y sobre todo de la
Eucaristía, a través de los cuales se comunica la gracia salvífica de Cristo a
su pueblo santo. La gran diferencia entre el
presbítero y el diácono es que el presbítero participa del sacerdocio
ministerial de Cristo, a través del Obispo, y el diácono no. Este es ordenado
para realizar algunas tareas de servicio.
Cuando
Cristo en la Ultima Cena dice a los apóstoles: “ejemplo les he dado para que
también hagan Ustedes lo mismo”, y “hagan esto en memoria mía”, los
llama no solamente a predicar y a conmemorar su muerte sacrificial por muchos
hasta el fin de los tiempos, sino que los llama a ejercer el ministerio
sacerdotal que El mismo vivió, a ofrendar sus vidas por la salvación del mundo.
4-VIVIR
NUESTRO SACERDOCIO
Los
Obispos, sucesores de los Apóstoles, y sus colaboradores los presbíteros, están
llamados a identificarse y unirse con Cristo, sumo y eterno sacerdote, que por
amor al Padre se entregó como víctima redentora al servicio de la humanidad, Y
esto en las actuales circunstancias de Caracas.
Para
lograrlo es preciso tener un profundo amor a Dios, como lo tuvo Cristo, cuya
comida era hacer la voluntad de su Padre… El presbítero, llamado a ser buen
pastor que da la vida por las ovejas, a hacer como Jesús hizo, vive su
ministerio, vive como sacerdote en la medida en que, unido a Jesús, no
solamente realiza funciones sacerdotales, sino que, existencialmente ofrece su
vida diariamente en el servicio pastoral, y precisamente en esa entrega,
realiza lo esencial de su ser, es decir, el ofrecerse con Cristo para la
salvación del mundo.
Esto
lo entendemos mejor cuando escuchamos a San Pablo, invitando a todos los
cristianos a tener los mismos sentimiento de Jesús, que se ofreció y se entregó
hasta la muerte y muerte de cruz, por la salvación del mundo (Cfr Fi 2). El
presbítero, el sacerdote, está llamado no sólo a seguir y acompañar al pueblo,
sino a dar la vida en oblación religiosa a Dios por la salvación de los fieles,
como hizo Jesús. Y a entregar al pueblo fiel los dones del Señor a
través de la Liturgia, especialmente los sacramentos y, sobre todo, la
Eucaristía. Esa es la misión que recibieron los Apóstoles y que los obispos y
presbíteros continúan, como mensajeros, representantes, sacramentos personales
del Buen Pastor-Sumo Sacerdote, Jesucristo.
5-OBLACIÓN
Y PASTOREO
En
este contexto se debe entender también el ardor apostólico y la caridad
pastoral, verdadera alma del ministerio presbiteral: ella es entrega
sacerdotal, por la salvación del mundo, de la propia vida del sacerdote a Dios,
a la Iglesia, a los fieles. Y entender a Cristo como Buen Pastor y sumo
sacerdote al mismo tiempo.
Clave,
pues, para vivir, nuestro sacerdocio, es la unión personal con el Señor, la
entrega de nuestra vida en la unión con Dios, el morir al pecado y vivir para
Dios, el identificarnos con el cumplimiento de la voluntad del Señor.
Básico,
pues, es sentir, vivir esa unión, Y para ello es preciso, repito, sentir
profundamente como Jesús, por la fuerza del Espíritu Santo, un vivo amor a Dios
Padre, y tener la conciencia de que, viviendo nuestra entrega personal, en la
práctica de las virtudes, y en el servicio pastoral decidido, alegre,
entusiasta, ardoroso, estamos siendo realmente instrumentos de Dios para la
salvación del mundo. Y vamos por el camino de la felicidad, que es precisamente
el camino del amor, de escuchar y cumplir la Palabra de Dios (Lc 11, 28).
Que
María Santísima nos alcance esa gracia de manos de nuestro Señor Jesucristo,
sumo y eterno sacerdote. Amen”.
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