En documento para la historia, los cardenales
venezolanos Baltazar Porras y Diego Padrón, sostienen que el régimen de Maduro
en lugar de tender puentes ha ensanchado el abismo, “considerando enemigos a todos los
que no aprueban su conducta y ha decidido aniquilarlos con la represión, la
cárcel, la violencia y la muerte”
Publicado el 05 agosto 2024
Los dos cardenales venezolanos, Baltazar Enrique Porras Cardozo, arzobispo de Caracas; y Diego Padrón Sánchez, arzobispo emérito de Cumaná, redactaron una posición común analizando la situación del país, luego de los resultado electorales del 28 de julio.
En esa fecha el Consejo
Nacional Electoral, sin presentar acta de votación alguna, declaró ganador a
Nicolás Maduro Moros, decisión considerada fraudulenta dejando hasta el momento una veintena de
fallecidos y más de tres mil detenidos en las protestas que se generaron.
En análisis elaborado el 31 de julio, a escasas horas
de iniciadas las protestas de la población, los purpurados hablan de un “fraude”
electoral que convierte la actitud del régimen social comunista en una “usurpación.
Consideran que Maduro está dando un “golpe de Estado” y “se han traspasado todas las barreras que pudieran dar legitimidad al
régimen”.
Como parte de sus propuestas, los cardenales Porras y Padrón alientan una “no violencia activa”, traducida en “el deber moral de apoyar y sostener las justas iniciativas a encarar la arbitrariedad y desafueros con la desobediencia y/o resistencia cívicas de raigambre ética e incluso religiosa”, publicó este 4 de agosto el medio católico Religión En Libertad.
A continuación se publica el texto en su integridad:
I.- Introducción
En aras de una reflexión y toma de posición acorde con
el desarrollo de los acontecimientos, mirando hacia el futuro para que
acompañemos mejor a nuestro pueblo que se siente adolorido y burlado, les
ofrecemos nuestra reflexión ya que nos ha tocado estar presente en medio del
huracán. Lo firmamos los dos cardenales venezolanos.
II.- Elementos
para el análisis
1. El proceso electoral venezolano del pasado 28 de
julio no cristalizó a favor del líder del partido de Gobierno, el actual
presidente de la República. De manera cívica y ejemplar el pueblo se manifestó,
con mayoría abrumadora, en su contra, y decidió un cambio en la orientación
general del régimen de gobierno. Éste era el sentimiento general de la
población, previo al escrutinio electoral, reflejado en numerosas encuestas.
2. La reacción del gobierno venezolano ha sido, hasta
ahora, negar rotundamente el triunfo opositor y, sin mostrar pruebas, que son
las actas de votación, que deben ser reflejo auténtico de la expresión popular
materializada en el voto, ha proclamado oficialmente ganador al actual
presidente Nicolás Maduro Moros.
3. En consecuencia, una inmensa y heterogénea mayoría
de la población, sorprendida por el despropósito, se ha volcado a las calles a
protestar tal comportamiento oficial y a reclamar respeto a su voluntad
soberana. De nuevo el gobierno ha
reaccionado utilizando la fuerza policial y de grupos armados para reprimir las
legítimas y ampliamente pacíficas protestas, hasta provocar una veintena de
muertes, numerosos heridos y encarcelar indiscriminadamente a un millar de
adversarios políticos construyendo un relato, una narrativa a su medida,
responsabilizando a la oposición de todos los desmanes que tienen su origen en
la represión fomentada por ellos.
4. En igual sentido, el gobierno, en lugar de tender
puentes con la coalición opositora con vistas, primero, a facilitar el
reconocimiento de la verdad electoral, premisa para una transición política
democrática y pacífica, ha ensanchado el abismo frente a ella, considerando enemigos a todos los que no
aprueban su conducta y ha decidido aniquilarlos con la represión, la cárcel, la
violencia y la muerte.
5. La lógica de un “golpe de estado” construido ad hoc
en la que está inmerso el gobierno lo lleva a no importarle en primera
instancia la opinión internacional que le solicita, casi unánimemente, mostrar
la totalidad de las actas detalladas de las mesas de votación.
6. Dicha solicitud generalizada, en consonancia con el
clamor interno, es que brille la verdad y, como signo de la realidad ocurrida y
garantía de convivencia pacífica y legitimidad social y ética, para que el
gobierno entregue las actas y se confirmen los resultados. Hay, por el
contrario, indicios de que el régimen está “fabricando” otras actas acomodadas
a su interés. Consta que se ha intimidado a responsables y testigos de mesas
opositores para que las firmen. No obstante, existe la convicción de que lo que
puedan hacer u ofrecer no opacará la imagen ya extendida mundialmente de
fraude. A esto se añade la proclamación irregular de un supuesto ganador, hecho
que técnicamente constituye además una usurpación. Se han traspasado todas las
barreras que pudieran dar legitimidad al régimen.
7. Los métodos represivos del gobierno han logrado
ampliamente, “pacificar”, es decir, “controlar” y disminuir las manifestaciones
populares. Sin embargo, sin abandonar del todo la etapa hasta aquí descrita,
ante las reacciones internas y externas, el gobierno ha dado hábilmente un giro
y ha hecho que el proceso post electoral entre en una nueva etapa de naturaleza
distinta, la judicial. El presidente de la República en persona ha introducido
un recurso ante la sala electoral del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), su
máxima instancia nacional, desconociendo la autonomía del Poder Electoral, y
solicitando que sea el Poder Judicial quien dirima el conflicto. Con esta
acción, el gobierno, que controla al árbitro supremo, lo utilizará a su favor,
y con la discusión jurídica del asunto “distraerá”, ganará tiempo y, mientras
tanto, intentará crear una nueva opinión pública, un relato o una narrativa
favorable a su victoria electoral no demostrada. Esta nueva fase está en pleno
desarrollo
8. Aquí y ahora entrarán en juego la sintonía con la
base popular, la ciencia jurídica y la habilidad política del sector opositor.
Pero el conflicto puede prolongarse, continuar activo y reavivarse la protesta
callejera, y otras, como la militar, con sus más que previsibles y lamentables
consecuencias. ¡Será la lucha de David contra Goliat! La gobernabilidad se verá
herida por la falta de legitimidad de origen y ésta tendrá también sus
consecuencias internas y externas
Imágenes de la masiva manifestación de este sábado en Caracas en defensa del resultado electoral y contra su falsificación por el régimen chavista.
Imágenes de la masiva manifestación de este sábado en Caracas en defensa del resultado electoral y contra su falsificación por el régimen chavista.
9. En el interior, varios obispos han expresado con
preocupación los reclamos y amenazas de algunos gobernadores y alcaldes
oficialistas sobre la conducta de sacerdotes, tildándolos de políticos
agazapados, vendidos al imperialismo. Por eso, ellos piensan que éstos son los
primeros pasos del estilo de gobierno nicaragüense que pueden explicitarse más
claramente en el futuro cercano.
III.- Para discernimiento
10. Nuestro papel de pastores es, ante todo, defender
la verdad, sentirnos pueblo y acompañarlo. Debemos y buscamos ser imparciales,
viviendo y actuando con la verdad. No somos ni podemos ser neutrales:
corresponde comprobar cuidadosamente los hechos, para denunciar proféticamente,
aún a riesgo, las injusticias, y proclamar nuestros principios y valores,
acompañando solidaria y pastoralmente al pueblo, tarea nada fácil pero
necesaria.
IV.- A modo de
propuesta
11. Los principios no se negocian, pero tienen que ser
cotejados con la realidad para que incidan en las necesidades reales y sentidas
de la gente. Confrontar la fuerza y la violencia de grupos irregulares o la
amenaza del recurso a la Fuerza Armada Nacional desnaturalizando su papel constitucional
e institucional de neutralidad en favor de una parcialidad para la salvaguarda
de la convivencia con solo recursos espirituales y morales puede parecernos
insuficiente, pero es nuestra identidad, convicción, vocación y misión de
constructores de justicia, paz y esperanza en escenarios conflictuales. El
acompañamiento espiritual, sinodal, en comunión, es un desafío a nuestra
pastoral integral ad intra y ad extra. El pueblo víctima tiene acumulada mucha
rabia e impotencia, lo cual conlleva el peligro de responder con violencia o
con deseos de una justicia absoluta, incluso venganza, que difícilmente harían
superar la intolerancia y promover la concordia, la amistad social y la
fraternidad.
12. Lo que no
podemos es pasar a ser una Iglesia más del silencio, dejando que el tiempo
transcurra en balde. Tenemos que discernir en el Espíritu el momento
presente como un kairós y actuar en consecuencia con valentía, al estilo de los
apóstoles (cf. Libro de los Hechos).
13. Las periferias -las Cáritas y otras iniciativas
son un testimonio- deben seguir siendo el centro de nuestra preocupación y
ocupación, tanto en lo material como en lo anímico y lo espiritual. Conformar orgánicamente y con prudente
autonomía la Comisión de Justicia y Paz tiene que ser una de nuestras metas
prioritarias, en aras de la salvaguarda de los derechos humanos, la dignidad de
las personas y el bien común de todo nuestro pueblo. Que la gente no nos
sienta lejanos, ausentes o indiferentes a sus necesidades y requerimientos.
14. Sanar heridas, cultivar las mejores virtudes
humanas y cristianas, con racionalidad y con sentido de reconciliación, perdón
y espíritu samaritano, sin revanchas y exclusiones, es tarea ardua, pero es
parte de nuestro acompañamiento pastoral, afectuoso y paciente.
15. A la Iglesia la sociedad venezolana le está
pidiendo hoy, en continuidad con la histórica confianza y credibilidad
depositada en ella, una actuación que solo puede ser asumida como subsidiaria,
de buenos oficios, no de mediación ni de protagonismo.
V.- A modo de
conclusión
16. Escribimos esto en horas de la noche del 31 de
julio, después de haber seguido en parte la rueda de prensa del Presidente con
los periodistas extranjeros. El tono de agresividad y descalificación, el
presentarse como víctima que le ha tocado padecer atentados, atracos y conatos
de golpes de estado perpetrados supuestamente a sangre fría contra él, son la
mejor expresión de que parece desconectado de la realidad. Es la narrativa
oficial que busca legitimarse a costa de endilgarle a la oposición todos los
males del país.
17. Es previsible que el gobierno, en señal de
pretendida legitimidad y seguridad, y buscando “jugar adelantado”, convoque a
“diálogos”, a comenzar por las iglesias y confesiones religiosas, bajo la
premisa de reconocer la proclamación de los resultados por el Consejo Nacional
Electoral (CNE) y sobre todo la sentencia del TSJ. Eso para nosotros es
inadmisible porque sería ignorar el fraude evidente, la usurpación manifiesta,
desconocer la soberanía popular inequívocamente expresada, y el consecuente
derecho a expresar pacífica, pero decidida y firmemente la legítima protesta.
En consecuencia y en los términos clásicos de la “no
violencia activa” aparece en el horizonte el deber moral de apoyar y sostener
las justas iniciativas a encarar la arbitrariedad y desafueros con la
desobediencia y/o resistencia cívicas de raigambre ética e incluso religiosa,
según el espíritu de las Bienaventuranzas: responder al mal con el bien, y ser
artífices de paz en la esperanza de que “la verdad (nos) hará libres” (Jn 8,
32).
Fraternalmente, los cardenales Baltazar Porras y Diego
Padrón.
Caracas, 1 de
agosto de 2024.
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