El párroco de “San
Alberto Hurtado y José Gregorio Hernández”, en su artículo “La Masacre de La Vega: memoria, miedo y verdad”, habla de los hechos que estremecieron las
barridas del sur oeste de Caracas el 8 de enero de 2021
Caracas, 15 de enero de 2021
El Boletín del Centro Arquidiocesano Monseñor
Arias Blanco “Signos de los Tiempos”, en su número 128 del 7 al 13 de enero
de 2022, nuevamente trae un editorial denunciando “La Masacre de La Vega”. Se
trata de unos hechos de violencia, en los que 23 personas, vecinas de La Vega, hacia el sur oeste de Caracas, presuntamente cayeron abatidas por los
cuerpos de seguridad del Estado, el 8 de enero de 2021.
A continuación, el artículo del padre Alfredo Infante,
un sacerdote jesuita
Masacre de La Vega:
memoria, miedo y verdad
Alfredo Infante S.J.
Para vivir y
convivir en paz es necesario, entre otras cosas, sanar las heridas y procesar
los duelos. No se pueden sanar nuestras heridas sin afrontar y encarar la
verdad. Como nos recuerda Jesús, "la verdad los hará libres". (Jn
8,32)
El camino de la
búsqueda de la verdad es tortuoso y está en diálogo con nuestros miedos. Jesús,
en el monte de los Olivos, dialoga crudamente con sus miedos y los supera desde
la fe en Dios y el amor a la humanidad y consuma, así, su más honda verdad, la
plenitud de ser hijo de Dios y hermano de todos.
Los miedos están
enraizados en nuestra condición humana, son ambiguos y polivalentes. La
polivalencia del miedo está, de manera resumida, en que una dosis moderada de
miedo es sana para actuar con sentido común, mientras la ausencia de miedo es
psicopatía; por otro lado, el miedo desmesurado nos paraliza y desmoviliza,
mientras el miedo bien administrado y encauzado puede convertirse en energía
movilizadora que da impulso a la búsqueda de la verdad.
El miedo, aunque
es primeramente una experiencia subjetiva, tiene su fundamento en la realidad,
por ejemplo, una familia que, por un conflicto armado, se desplaza o saca a sus
hijos de una zona asediada por la violencia estatal, paraestatal y
delincuencial, experimenta lo que llamamos un "temor fundado"; está
familia ha tomado una decisión rápida que ha cambiado su vida en un instante y
en sus niveles de priorización ha optado por dejarlo todo para resguardar su
integridad. Este fenómeno viene ocurriendo en muchos lugares de la geografía
nacional, donde los conflictos por los territorios y los negocios irregulares
mantienen en jaque a la población. Por eso, las organizaciones de derechos
humanos subrayamos que las personas que emigran de Venezuela -y muchas de las
que se desplazan internamente- son población con necesidad de protección
internacional.
El 08 de enero de
2022 se cumplió un año de la Masacre de La Vega, ocurrida en este sector del
oeste caraqueño y resultado del operativo policial más letal que se haya
conocido en, por lo menos, los últimos 50 años de nuestra historia como nación.
El escenario previo a dicho operativo fue la expansión territorial y control
poblacional por parte de megabandas delincuenciales. Toda La Vega vivió días de
confrontación armada, aunque la zona baja fue la más afectada. Sin embargo,
pese a la intensidad del conflicto, no se conocieron bajas pertenecientes a los
actores en confrontación, es decir, ni de los cuerpos policiales ni de miembros
emblemáticos de las bandas. Hay que apuntar que la Policía Nacional
Bolivariana, vía Twitter, mostró números y datos de supuestos delincuentes
abatidos, versión que, contrastada con la narrativa de miembros de la comunidad
y de familiares de las víctimas, y con el patrón de las heridas causadas por
las balas, dan cuenta de que hubo alteración de la escena del crimen y de que,
por tanto, estaríamos en escenarios de presuntas ejecuciones extrajudiciales.
Todo apunta a que,
en medio del caos producido por el conflicto y la premura de mostrar números
como indicador de éxito de dicho operativo, se acudió a la táctica del
"falso positivo" o alteración de la escena del crimen.
Recordemos las
palabras del papa Francisco, hablando de las ejecuciones extrajudiciales:
"Se trata de homicidios deliberados cometidos por agentes estatales, que a
menudo se los hace pasar como resultado de enfrentamientos con presuntos
delincuentes o son presentados como consecuencias no deseadas del uso
razonable, necesario y proporcional de la fuerza para proteger a los
ciudadanos. A esto se define como ’crimen de Estado’".
Sobre esta
masacre, hasta la fecha no se conoce investigación alguna por parte del
Ministerio Público, ni declaración oficial del fiscal general Tarek William
Saab. Tampoco el defensor del pueblo, Alfredo Ruiz, ha fijado posición sobre
estos hechos, ni la Defensoría como institución ha actuado diligentemente en la
asesoría y acompañamiento de los familiares. Todas las instituciones
competentes guardan silencio cómplice, dejando en absoluto desamparo a los
familiares de las víctimas y en impunidad a los responsables.
En este contexto
de temor fundado y alta vulnerabilidad por la ausencia de Estado de derecho,
entre los familiares de las víctimas hay procesos muy diferenciados, pero todos
desean la verdad para procesar el duelo y mantener la memoria contra el olvido,
con la esperanza de que algún día, en nuestro país, podamos decir con el
salmista que “la Gracia y la Verdad se han encontrado, la Justicia y la Paz se
han abrazado”. (Sal 85:10)
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