Sin fecha para la beatificación del
“Médico de los pobres”, su vice postulador –Tulio Ramírez- sigue impulsando “la
correcta devoción” del futuro beato, al visitar los sectores más alejados de la
diócesis, asumida el 6 de febrero
Ramón Antonio Pérez - Aleteia Venezuela
publicado el 13/02/21
Todavía no tiene fecha establecida
la ceremonia de beatificación del doctor José Gregorio Hernández, el médico
venezolano cuyo decreto para su elevación a los altares fue aprobado por el
papa Francisco, el 20 de junio del año 2020. Aunque algunos medios han
difundido que el acto se realizará en abril, la única manera sería bajo una
restringida y controlada asistencia, como ocurrió el 26 de octubre de 2020,
cuando se exhumaron los restos del futuro beato.
La razón es inobjetable: el COVID-19, con fuertes re-brotes en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, es una realidad de la que no escapan las débiles estructuras sanitarias de Venezuela.
Sin embargo, la iglesia del país suramericano quiere que la ceremonia
sea con una multitudinaria presencia de los devotos y allegados al médico
trujillano. Además, posiblemente, asistan el secretario de estado del Vaticano,
cardenal Pietro Parolin y otros invitados especiales.
Caracas sería el lugar ideal para realizar una ceremonia de esta naturaleza que involucraría la movilización de millones de personas desde todas las regiones del país, con amplias medidas de seguridad, primeros auxilios y logística. Para ello debe escogerse una fecha en la que no prevalezcan los peligros de la pandemia, acordada entre la Iglesia por el aspecto religioso, y el gobierno venezolano, controlador de las instituciones que estarían involucradas.
Impulsar la correcta devoción al futuro beato
A pesar de todo esto, para monseñor
Tulio Luis Ramírez Padilla, como vice postulador de la causa, lo que la Iglesia
debe hacer es seguir impulsando los “valores humanos y cristianos” que
caracterizan al médico de los pobres. Para el nuevo obispo de la diócesis de
Guarenas “es necesario impulsar la correcta devoción de nuestro futuro beato”,
expresó el 7 de febrero, en las poblaciones de Cúpira, San José de Barlovento y
Río Chico.
El prelado reiteró que creará “una ruta diocesana parecida a la
que se implementó en Caracas, para que a José Gregorio se le conozca mucho más”,
constató Aleteia, que le acompañó en el recorrido a la región de Barlovento, en
el extremo oriental del estado Miranda.
“Dios mediante, una de nuestras
metas es también impulsar la construcción de un santuario dedicado a este gran
venezolano a quien consideramos Médico de los pobres y cristiano ejemplar”, aseguró
en cada misa y en las conversaciones sostenidas.
Al obispo se le vio con alegría y dinamismo. Llevó un mensaje de solidaridad, fraternidad y cercanía. No solamente enseñó el mensaje del amor de Jesucristo; difundió los valores humanos y cristianos del que muy pronto será el primer beato varón de Venezuela.
Protagonistas en el servicio a los demás
Vale decir que monseñor Tulio Ramírez,
durante la toma de posesión, el sábado 6 de febrero, expresó que sueña con una
iglesia en misión. “Una iglesia evangelizadora y en salida como lo pide
el papa Francisco”, dijo ante las autoridades civiles y las expresiones
culturales.
De allí su deseo pastoral de
recorrer su iglesia particular “desde las periferias”, indicó el vice
postulador del médico nacido en Isnotú (estado Trujillo), el 26 de octubre de
1864.
Tulio se declara “promotor de la
devoción e imagen laical descollante” del médico y profesor universitario,
“quien nos ofrece una ruta de acciones buenas e imitación de virtudes de este
gran venezolano a quien todos amamos y necesitamos porque José Gregorio
Hernández es nuestro”.
“Les comunicaré siempre esa cercanía y esa misión a la que nos invita siempre nuestro querido José Gregorio Hernández. (…) Nos invita a todos, especialmente, a los laicos a asumir su protagonismo en el servicio a los demás”.
La vocación del nuevo obispo de Guarenas
Durante una entrevista comentó que
su vocación sacerdotal estuvo marcada por la formación familiar que recibió y
su vinculación a los movimientos de apostolado. “Al vincularme como joven en la
Renovación Carismática, a la Legión de María, en la catequesis, a los grupos de
canto y las demás actividades, allí fue brotando esa semilla de la vocación
sacerdotal”, dijo.
Su vocación también encontró
motivación en la vida de su tío: el padre Padilla, héroe del Porteñazo,
el golpe de estado contra democracia venezolana ocurrido el 2 de junio de 1962,
cuando un grupo de militares y guerrilleros se sublevan frente al gobierno de
Raúl Betancourt.
“Se trata de monseñor Luis María
Padilla, aquel sacerdote que aparece en la famosa fotografía de Héctor Rondón –
el fotógrafo hasta ahora único Premio Pulitzer que tiene Venezuela – y que le
valió ser reconocido como Héroe del Porteñazo”, explicó en torno a la imagen de
su tío.
La foto muestra el momento en que en el sector La Alcantarilla de la calle Urdaneta, en Puerto Cabello, Luis María Padilla, para entonces párroco de Borburata y Capellán de la Base Naval, socorre en medio de la balacera a un soldado mortalmente herido durante la rebelión. El Padre Padilla fue hermano de su abuelo y crió a su madre. “Viendo su valentía, su responsabilidad, el hecho de que fuese un sacerdote a carta cabal me sirvió de modelo”, expresó Tulio Ramírez.
Llevar el mensaje a todos los ambientes
Considera que la labor de la Iglesia
en Venezuela es cumplir con la evangelización. “Nuestra misión siempre
debe estar clara: es de paz, de buscar la unidad entre los venezolanos y llevar
a Jesucristo a los distintos sectores. Nuestra tarea sigue siendo la
evangelización”.
Desde que fue ordenado obispo
auxiliar de Caracas, el 8 de julio del 2012, Tulio Luis Ramírez Padilla, se ha
caracterizado por ser el pastor de todos: “de los buenos, de los malos, de
todos los colores. Quiero ser el pastor de todos como siempre lo he hecho”,
dijo en esa ocasión.
Una de esas tareas es “la búsqueda
de las personas alejadas”, formuló. “Por tanto, es necesario llevar la Palabra
de Dios en algunos ambientes que se consideran ‘enrarecidos’, donde está
ausente el mensaje de Jesucristo, para que queden impregnados con el signo de
la salvación”.
Durante las visitas, con una pequeña
estatua y algunos afiches de José Gregorio Hernández colocados en el altar, y
que a ratos mostraba para resaltar las cualidades del médico, indicaba que con
estos recorridos se le había cumplido un sueño: “estar aquí en Barlovento, uno
de los sitios más importantes que están también en el corazón del obispo”.
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