Ramón Antonio Pérez // @GuardianCatolic
Trujillo, 10 de
enero 2021
La Diócesis de Trujillo, a través de la oficina de prensa, detalla los aspectos vinculados a los últimos días de monseñor Cástor Oswaldo Azuaje Pérez, quien falleció este 8 de enero 2021, como consecuencia de la COVID-19. También detalla la extensa obra pastoral cumplida no solo como IV Obispo de la Diócesis de Trujillo sino también como sacerdote y religioso de los Carmelitas Descalzos de Venezuela. A continuación la nota íntegra recibida por El Guardián Católico.
Fallecimiento y honras fúnebres del IV Obispo de Trujillo, Excmo. Mons. Cástor Oswaldo Azuaje Pérez
Nuestra
diócesis está de luto por el fallecimiento del IV Obispo de Trujillo, el Excelentísimo
Monseñor Cástor Oswaldo Azuaje Pérez. Después de varios días convaleciendo,
nuestro querido pastor diocesano partió al encuentro con su Señor, el pasado
viernes 08 de enero a primeras horas de la mañana en la ciudad de Valera. Así como
él mismo nos instruía durante sus frecuentes enseñanzas, tenemos esperanza en
que la muerte no es el final. La fe en Jesucristo, muerto y resucitado, nos da
fortaleza para clamar en medio de la tristeza y de esta terrible pandemia que
se cierne sobre la humanidad: Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna (Juan 6, 68).
Nuestro
apreciado obispo había sido atendido diligentemente por una comisión de médicos
y por el equipo sacerdotal creado por él mismo para atender los casos de Covid
19 que se susciten entre los presbíteros. Luego
de su deceso han sido innumerables las muestras de afecto, pesar y solidaridad,
provenientes de sus hermanos obispos, las diócesis del país, congregaciones, comunidades
religiosas, organizaciones eclesiásticas, instituciones públicas y distintas
personalidades. El Presbiterio Diocesano, junto a los familiares del obispo y la
diócesis en general, agradecen la fraternal cercanía.
Los restos mortales de Monseñor
Oswaldo Azuaje fueron trasladados a la ciudad de Barquisimeto para su cremación
el día sábado 09 de enero. Las respectivas honras fúnebres
correspondientes al obispo diocesano se están llevando a cabo en su iglesia
catedral cumpliendo con las medidas sanitarias prescritas en el país.
El
merecido homenaje, comenzó el mismo sábado en la ciudad de Barquisimeto donde
su Administrador Apostólico, el Excmo. Mons. Víctor Hugo Basabe ofreció la Santa
Misa, lo mismo que la congregación de los Carmelitas Descalzos residentes en la
capital larense; trasladados sus restos mortales a la catedral Nuestra Señora
de la Paz, en Trujillo, continuaron los rituales propios, desde el sábado hasta
el lunes 11 de enero.
El
Colegio de Consultores de la diócesis, organismo canónico previsto para esta
ocasión imprevista, emitió un comunicado explicando los acuerdos y la
programación religiosa que se inició el mismo sábado a las 5:00 de la tarde con
una Eucaristía presidida por el Excmo. Mons. Benito Adán Méndez, Obispo
castrense y oriundo de la diócesis de Trujillo. Durante el domingo se estarán celebrando
varias misas que serán transmitidas por la emisora diocesana Paz Fm 98.9.
Se
tiene prevista la Santa Misa Exequial para este lunes a las 11 de la mañana
presidida por el Excmo. Monseñor José de La Trinidad Valera Angulo, Obispo de
Guanare y también oriundo de nuestra región.
Le acompañaran varios obispos y una nutrida representación del clero, diáconos,
religiosos y seminaristas. Por las medidas de bioseguridad ante la
pandemia, la participación de la feligresía será de un pequeño grupo de sus diocesanos
que representan a los diversos movimientos de apostado. Luego de la Santa
Misa se le dará cristiana sepultura en su catedral. En toda la diócesis se hará el novenario de
misas por su eterno descanso comenzando el mismo día lunes.
La obra de Monseñor Oswaldo Azuaje
en Trujillo
No
vengo a sustituir a Monseñor Vicente Ramón Hernández, decía Mons. Azuaje, porque
él es insustituible. Efectivamente, el prelado cumplió aquello que le propuso a
la diócesis cuanto tomaba posesión en la catedral cuando parafraseando a San
Agustín de Hipona nos indicó: con ustedes soy cristiano, para ustedes soy
obispo.
La
obra episcopal del IV Obispo de Trujillo fue fructífera a pesar del poco tiempo.
Durante estos ocho años y medio al frente de nuestra Iglesia particular su celo
pastoral le llevó a desarrollar diversos planes tratando de hacer un
seguimiento personal y cercanía con sus sacerdotes, religiosas, seminaristas y
laicos.
Una
de sus primeras intenciones fue concretar el primer sínodo para la diócesis de
Trujillo. Con este antiguo método eclesial nos invitó a caminar juntos; las
asambleas, convivencias, conferencias, debates y acuerdos, produjo sus frutos
de mayor conocimiento intra eclesial entre sus diocesanos y el establecimiento
de los lineamientos pastorales para la renovación pastoral. La intención central
del sínodo, en palabras del Obispo, consiste en que Trujillo sea una Iglesia discípula
misionera en marcha, casa y escuela de comunión.
También
tuvo entre sus principales afanes pastorales el acompañamiento de su clero. Ocupado
en el bienestar integral de los sacerdotes procuró brindarles afecto y orientación
con una actitud paternal. Así mismo impulsó decididamente la pastoral
del clero e incrementó su número logrando ordenar casi 50 nuevos sacerdotes.
Se empeñó en consolidar la formación permanente enviando a cursar estudios en
el exterior un considerable grupo de presbíteros.
El
Seminario Diocesano Sagrado Corazón de Jesús constituyó para él una prioridad.
Desde su llegada se ocupó de que funcionara a cabalidad esta casa donde se fraguan
los futuros pastores. Continuamente se hacia presente, atendía a los formadores
y seminaristas en cuanto le fuese posible y dispensó dos visitas pastorales al
instituto.
Proviniendo
de ese ambiente, no menos importante fue para el pastor diocesano su cercanía a
la vida religiosa. Las congregaciones masculinas y las hermanas religiosas dan
testimonio de su estilo fraternal de comunión eclesiástica con ellos, acompañamiento
y solidaridad.
La
formación y el incremento de diaconado permanente también estuvieron entre sus líneas
de acción pastorales. Estos servidores pueden dar testimonio de la disponibilidad,
cercanía y amistad del pastor diocesano.
Monseñor
Oswaldo Azuaje tuvo una constante actitud de apertura y escucha para con el
laicado. frecuentemente se le veía reunido con los fieles laicos en privado, en
grupo o en sus movimientos de apostolado. Cultivó en estos años muchas
amistades en el laicado y promocionó decididamente los grupos y movimientos de apostolado
seglar.
No
faltó entre sus empeños la atención de su Iglesia diocesana de una manera organizada.
Para ello designó vicarios episcopales en áreas como clero, pastoral,
comunicaciones, administración y vida religiosa, estableciendo varios consejos
de asesores. Así mismo nombró sacerdotes con el cargo de arciprestes para las
zonas pastorales de Boconó, Valera, Escuque, Panamericana y Carache. Designó y acompañó
los respectivos asesores para la pastoral social y caritas, pastoral juvenil,
pastoral familiar, obras misionales pontificias, pastoral litúrgica, pastoral
educativa, consejo diocesano de laicos, pastoral vocacional y otras.
Uno de sus anhelos fue ver aprobada
la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández Cisneros, nativo de Isnotú. Por
ello se empeñó en crear la pastoral de santuarios y la atención esmerada del
recinto religioso donde nació el futuro beato. Constantemente
exhortó al conocimiento de la figura del médico de los pobres y a la correcta
devoción. Con mucha frecuencia la vida del Venerable era inspiración en sus homilías
y dispensó innumerables visitas al santuario Niño Jesús donde se resguarda el lugar
de nacimiento y pertenencias del Dr. Hernández.
Además
de las facetas descritas, la obra episcopal del abnegado obispo fue prolífica
en iniciativas: creación de parroquias, visitas pastorales a las comunidades,
redacción de cartas pastorales, frecuentes visitas a las parroquias para
presidir el sacramento de la confirmación o las fiestas patronales, constante
relación con las instituciones educativas, culturales, empresariales y de
diversa índole, valientes intervenciones en sus homilías y en los medios sobre
la situación social, etc. Nunca le fue ajeno el sufrimiento de los
venezolanos por quienes, desde su lugar de pastor, oraba, exhortaba e
intervenía en la medida de sus posibilidades.
Resulta difícil describir toda la
obra del obispo en cortas líneas. Pero hay dos facetas que no pueden obviarse:
su fraternidad episcopal y el evidente afecto por la familia.
Con sus hermanos obispos fue cercano, fraternal y solidario; en cuanto pudo ayudó
a diversas diócesis proporcionándoles, en calidad de convenio, varios sacerdotes
trujillanos. En cuanto al aspecto familiar cuidó hasta lo último de su anciana
madre, veló constantemente por sus hermanos y sobrinos, enseñando a sus
sacerdotes que el mejor testimonio de amor a la Iglesia, familia de Dios,
comienza por el amor a la familia de donde provenimos.
Religioso, sacerdote y obispo
Nació
Mons. Azuaje en la ciudad de Maracaibo, el 19 de octubre de 1951, del matrimonio
entre Cástor Azuaje Colina y Paula Rosa Pérez de Azuaje. De ese matrimonio
nacieron otros cinco hijos. Por residenciarse su familia en Mérida, pasó allí los
primeros años de su niñez. Vivió su adolescencia y juventud en la ciudad de Maracaibo
donde hizo en parte el bachillerato con los hermanos Maristas, colegio
Chiquinquirá. Un año antes de entrar en el Carmelo, la familia regresó a Mérida
donde estudió en el Liceo Libertador.
Fue en Mérida
donde, en septiembre de 1966, conoció el Carmelo Descalzo a través de las
monjas carmelitas del monasterio recién fundado. Esta decisión de seguir a
Cristo en la comunidad carmelita, siendo todavía muy joven, marcó para siempre
su vida.
Hizo
el noviciado y su consagración religiosa fue el 12 de octubre de 1968 en el
Monasterio Desierto de Las Palmas, provincia de Castellón (España). Estudió la
filosofía en el Seminario Arquidiocesano de Zaragoza. Posteriormente realizó sus
estudios de teología, un año en el Monasterio de Stella Maris, Israel
(1971-1972) y tres en la Facultad del Teresianum, Roma (1972-1975) donde
culminó su bachillerato en Teología. Hizo sus votos perpetuos el 31 de agosto
de 1974 en el mencionado recinto del Desierto de Las Palmas. Fue ordenado
diácono por el Cardenal Knox el 16 de abril de 1975. El 25 de diciembre de 1975
recibió la ordenación sacerdotal en la ciudad de Mérida por Monseñor Ángel
Pérez Cisneros. Luego continuó sus estudios de especialización en Teología
Moral en la Academia Alfonsiana de Roma donde se tituló “Summa cum Laude” en
1978. En 1995 se diplomó en teología espiritual en el CITES de Ávila, España.
De
1978 a 1984 fue enviado por sus superiores a Costa Rica donde fue formador y
superior. Fue profesor de teología moral en el Seminario Interdiocesano de Paso
Ancho, San José, y en el ITAC Intercongregacional. En aquella nación fue
Secretario de la Conferencia de Religiosos (CONCOR) y director de la revista
teológica Senderos. Junto a su labor de formador, realizó servicios en la
parroquia como promotor de pastoral familiar.
El
24 julio de 1984 regresó a Venezuela y vivió como religioso conventual en
Barquisimeto, Caracas, Mérida y Potrero de Las Casas (Táchira). Se desempeñó
sucesivas veces como formador y superior conventual de los Carmelitas Descalzos,
fue profesor en el Seminario Divina Pastora de Barquisimeto, ITER de Caracas y
Seminario San Buenaventura de Mérida. En 1998 fue nombrado por monseñor
Baltazar Porras Vicario Episcopal de Vida Consagrada de la Arquidiócesis de
Mérida. Fue un gran colaborador y promotor de la vida consagrada a través de la
Conferencia Venezolana de Religiosos (CONVER) y en la realización de retiros a
la vida consagrada en toda Venezuela. Fue elegido por sus hermanos carmelitas
en cuatro ocasiones como superior mayor. En Barquisimeto y en Mérida fue asesor
de Encuentros Familiares de Venezuela y procuró trabajar constantemente por la
formación de la familia en la pastoral.
El
30 de junio de 2007 fue nombrado por Su Santidad Benedicto XVI Obispo Auxiliar
de Maracaibo con el título de sede en Vertara. Su ordenación episcopal acaeció el
31 de agosto de 2007, siendo su ordenante principal Monseñor Ubaldo Santana,
Arzobispo de Maracaibo en aquel entonces, y obispos consagrantes Monseñor
Baltazar Porras y Monseñor Giacinto Berloco, Nuncio de Su Santidad.
Por
cuatro años y medio fue Obispo Auxiliar de Maracaibo, Vicario General y Vicario
Territorial de la Zona 5 del Sur de aquella arquidiócesis. El 3 de abril de
2012, martes santo, fue nombrado por Su Santidad Benedicto XVI obispo de
Trujillo.
Monseñor
Oswaldo Azuaje, además del castellano, manejaba el italiano, inglés, portugués
y francés. Entre sus cualidades destacaba también la afición a la música,
especialmente la sinfónica.
Siendo
Obispo de Trujillo trabajó intensamente, junto a sus hermanos del episcopado
venezolano, acompañando no solo a la feligresía católica sino a la nación
entera que durante décadas ha estado sometida a tan intensa crisis social.
Sus
sacerdotes, diáconos seminaristas, religiosos y laicado en general despiden a
un excelente obispo que como decía su escudo episcopal, se esmeró en cumplir el
slogan carmelitano In obsequio Iesus
Christi vivere, siendo un don de Dios para los demás.
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