El futuro beato de
Venezuela, escribió a los 12 años de edad, un opúsculo que fue aprobada por la
autoridad eclesiástica que consistió en recomendaciones para participar en la
Santa Misa
Pedro Reinaldo Bravo
Caracas, 4 de noviembre 2020
El pasado 26 de
octubre del presente año 2020 se cumplió 156 años del natalicio de nuestro
próximo beato venezolano el venerable José Gregorio Hernández Cisneros. Ese
mismo día se procedió a la exhumación de sus restos mortales en el templo de
Ntra. Sra. de La Candelaria en Caracas como requisito previo para la ceremonia
de beatificación que se tiene prevista Dios mediante para el año 2021.
El venerable José
Gregorio Hernández no debe ser tenido como un personaje del pasado o de alguien
quien vivió en una época determinada en la historia de Venezuela, sino de
alguien cuya vida y obra es un modelo y ejemplo a seguir en todos los aspectos
en la actualidad para ser mejores personas, cristianos y ciudadanos porque al
conocer su vida es admirable su gran amor a Dios, a la Iglesia y al prójimo.
En el futuro beato
destacó el amor a su familia, su interés y aplicación a la hora de estudiar en
todas las etapas de su vida; el deseo de superarse con honestidad y dignidad;
el interés de estar constantemente actualizado para ejercer dignamente su
profesión de médico y como profesor universitario; su rigurosa disciplina en
todo momento, su amor y al mismo tiempo su exigencia a la hora de impartir las
clases a los estudiantes universitarios con la finalidad que tomaran conciencia
de la responsabilidad que como médicos iban a ejercer en la sociedad; las
prácticas de las virtudes cristianas, el ser un ciudadano ejemplar cumplidor de
las normas y leyes a cabalidad, y su amor a su patria Venezuela.
También es admirable
su preparación intelectual, cultural y humana: hablaba además del español el
inglés, francés, alemán, portugués, italiano y dominaba el latín; fue también
un excelente músico debido que tocaba el piano y el violín; él mismo
confeccionaba su propia ropa, y fue además un buen escritor por lo que publicó
varios escritos tanto científicos como religiosos y escribió dos grandes
libros: “Elementos de Filosofía” y “Elementos de Bacteriología”; y por su
formación científica contribuyó a modernizar la medicina en Venezuela.
Otro aspecto como
se mencionó fue su amor a Dios y a la Iglesia, la cual lo aprendió de sus
padres en su hogar en Isnotú. Desde niño ya conocía las oraciones
fundamentales, asistía a la Eucaristía con devoción, escribió a los 12 años de
edad un opúsculo que fue aprobada por la autoridad eclesiástica que consistió
en recomendaciones para participar en la Santa Misa con fe, y posteriormente
tanto personal como en los estudios en el seminario adquirió una profunda
formación católica lo cual lo practicó con convicción hasta el día de su
muerte.
Otra cualidad
admirable cuando se está leyendo y aprendiendo de la vida de nuestro próximo
beato venezolano es que él aún en las ocupaciones y responsabilidades que como
médico y profesor cumplía, encontraba tiempo para su vida espiritual: asistía a
la Eucaristía diariamente, oraba ante Jesús sacramentado, rezaba el Rosario y
cumplía sus actividades como terciario franciscano seglar. Su fe en Dios lo
llevó a practicar la caridad al pobre y necesitado en el ejercicio de su
profesión como médico, quien además de atenderlo profesionalmente lo animaba de
manera espiritual dándoles palabras de fe, consuelo y fortaleza, y cuando veía
que un paciente iba a fallecer le recomendaba a prepararse espiritualmente para
el encuentro con el Señor.
Los santos son
ejemplos a imitar porque vivieron la fe en todo momento, y en el caso de José
Gregorio Hernández no es la excepción porque su vida y obra es un modelo y
ejemplo a seguir para ser mejores personas y cristianos como lo fue él, quien
por la fe vivió para agradar a Dios en todo momento aún en las dificultades y
problemática en la Venezuela que le tocó vivir.
Por eso, el
Cardenal Baltazar Porras el pasado 31 de octubre de este año 2020 en la
clausura de la exhumación de sus restos mortales señaló: “Tú no eres una referencia del
pasado, sino una luz puesta en lo alto de un monte y sobre el candelero para
que nos alumbre a todos los de casa”. Que la vida de nuestro cuarto
beato sea luz que nos guie e inspire a vivir la fe en Dios, a practicar los
valores cristianos, y que por el estudio, el trabajo, la constancia y el
esfuerzo se levanta y construye un país tan hermoso como es Venezuela.
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