¿Será el 2020 un año de paz o un año de turbulencias y conflictos en los que se altera la paz y la convivencia pacífica entre los hombres?
Salvador Aragonés | Ene 02, 2020
El mundo ha vivido el cambio del año 2019 al 2020 lleno de alegrías, festejos, el brillo de las luces de las ciudades, los fuegos artificiales, en China, en New York, en Río… ¡Feliz Año Nuevo! Besos, abrazos, nostalgias y … temores, dudas, riesgos, inseguridades … ¿Qué nos espera en el 2020?
Muchos consultan a los videntes, a los horóscopos, a los magos … Otros, con desconocimiento de causa –tal vez leyendo mal las profecías de Nostradamus—hablan del fin del mundo, como lo decían también para el año 2019. ¿Será un año feliz para el mundo? ¿Qué nos espera en el 2020?
No queremos en estas breves líneas jugar de profetas, porque no lo somos. La agenda del mundo para este año bisiesto se centra en las elecciones en Estados Unidos (¿seguirá Donald Trump?), los Juegos Olímpicos de Tokio, la Copa de América, la Copa de Europa.
También, la publicación de los Archivos Secretos del Vaticano, la convocatoria del papa Francisco de una reunión mundial para un Pacto Educativo Global (14 de mayo), la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (brexit), la situación de la deuda pública en el mundo (el estancamiento de la economía mundial), la nueva Constitución en Chile, la escalada atómica de Corea del Norte y el encuentro-desencuentro entre Estados Unidos y China con influencia hacia el comercio mundial.
Y junto a esto habrá que preguntarse ¿llegará la paz a Venezuela? ¿Continuará la persecución de los cristianos en el Oriente Medio, en India y en otros países del mundo? ¿Serán las fronteras más permeables para los migrantes? ¿Será el 2020 un año de paz o un año de turbulencias y conflictos en los que se altera la paz y la convivencia pacífica entre los hombres?
¿Avanzarán las ideologías de género (gender) o avanzará la visión cristiana de la mujer, del hombre y de la familia? ¿Habrá una conversión ecológica en el mundo? ¿Qué nos espera el 2020?
Hay un refrán español que afirma que “la esperanza es lo último que se pierde”. No estoy de acuerdo. La esperanza está íntimamente ligada a la fe y al amor, que son las otras virtudes teologales y que van juntas: hay esperanza porque hay fe y hay amor y si se pierde la esperanza también se pierden la fe y el amor a Dios y a los demás.
El 1 de enero se celebró la Jornada Mundial de la Paz, que fue instituida por Pablo VI hace 53 años. El papa Francisco escribió un Mensaje lleno de contenido y de amor a Dios y a los hombres. El lema de la Jornada Mundial era: “La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica”.
Dice el papa Francisco: “esperar es una actitud humana que contiene una tensión existencial, y de este modo cualquier situación difícil se puede vivir y aceptar si lleva a una meta”.
Y recordando su viaje al Japón, dice el Papa, la paz es también la memoria, el recuerdo de las víctimas de guerras y conflictos, como en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Junto a ello el papa Francisco dice “aprender a vivir del perdón aumenta nuestra capacidad de convertirnos en mujeres y hombres de paz”.
La paz está ligada íntimamente en un “sistema económico justo” y en un compromiso ecológico que elimine “el maltrato a la naturaleza o al dominio despótico del ser humano sobre lo creado”.
“El camino de la reconciliación requiere paciencia y confianza. La paz no se logra si no se la espera… En esto podemos inspirarnos en el amor de Dios por cada uno de nosotros, un amor liberador, ilimitado, gratuito e incansable”.
¿Qué nos espera el 2020? Trabajar con optimismo cristiano por la paz dentro de nosotros y en el mundo y librarnos de las inseguridades y temores del hombre de hoy, en el que flaquean la fe, el amor y la esperanza en Dios y los hombres.
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