La iglesia Santa Capilla de Caracas, a pocos
metros del Palacio de Miraflores, acoge y alimenta a cientos de personas
necesitadas, publica el portal Aleteia. Para el
Gobierno, esta gente no parece ser su prioridad
Ramón Antonio Pérez/Aleteia Venezuela | Sep 30, 2017
“Yo me llamo Jesús Ramón Vallenilla. Estoy
padeciendo una situación de calle desde hace dos años. Duermo donde me consiga la noche aunque trato
de hacerlo cerca de los templos buscando un poco de seguridad y respeto. Todas
las semanas vengo a disfrutar de la comida que entregan en esta iglesia.
A veces es la única que como en el día”.
Jesús Ramón, de 60 años, llega cada ocho días a
la Basílica Santa Capilla, en pleno
centro de Caracas (Venezuela), para recibir un envase con sopa de pollo y/o
patas de res con verduras.
“Aunque estoy muy delgado, las proteínas
materiales y espirituales que aquí recibo me dan fuerzas y esperanzas”,
reconoce con una sonrisa, a pesar de todo.
Víctor Manuel Pérez Sierralta, de 44 años,
también está en situación de calle y acude a la olla de la misericordia
en esta iglesia que está rodeada por instituciones del Estado Venezolano.
“A
raíz de la muerte de mi esposa caí en depresión y vivo en la calle. Tengo
casi dos meses
viniendo a comer en
Santa Capilla. Debido
al trato que he recibido quiero reponer mi vida”, expresó, deseoso de
narrar su drama personal.
Testimonios como los de Vallenilla y Sierralta
se repiten cada semana en este templo de aspecto gótico que se convierte en
comedor para alimentar a cientos de personas.
Acuden niños, jóvenes y ancianos;
sanos y enfermos; incluso, familias completas que además de la escasez alimentaria,
viven en situación de calle o están desempleadas.
Nadie
se va sin comer…
En Santa Capilla la “multiplicación” de los panes y
los peces es
una realidad que se fundamenta en la oración y en el apoyo desinteresado de
muchas personas.
La nave derecha del templo está dedicada a Jesús de la Divina Misericordia.
La adorna un cuadro inmenso representando el milagro
narrado en los evangelios, una obra del pintor venezolano Arturo Michelena que fue
donada al templo en 1897.
“Aquí disfrutan la comida y mientras la esperan
algunas misioneras laicas orientan con la palabra de Dios y enseñan las
oraciones básicas de la Iglesia. Quisiéramos contar con otro espacio más
adecuado pero hasta ahora no lo hemos conseguido”, dijo la hermana Camila Véliz,
cuya congregación –Siervas del Santísimo Sacramento- fue fundada por Juan Bautista Castro, el 7 de septiembre de 1896, justamente en
este templo.
La religiosa explicó: “la olla solidaria de la
misericordia, es un compromiso asumido junto a los voluntarios de
varios grupos de apostolado, desde el año santo impulsado por el Papa
Francisco”.
“Conseguir los alimentos es muy duro para muchos venezolanos”, dijo la Sierva del Santísimo Saramento.
“El
compromiso lo hemos hecho con mucha ayuda y oración. Algunas
veces cuesta conseguir los ingredientes, pero el ‘milagro’ ocurre y la gente no
se va sin comer”.
Esto la ratifica Mariana Guerrero, una laica consagrada que participa en la organización de la comida. |
El Santo Padre nos ha enseñado que hay mucha necesidad, pero los panes nunca se
terminan, y debemos ser solidarios con estos hermanos necesitados.
Muchas
familias necesitadas
Otra de las voluntarias es la abogada Judith
Esperanza Guillén, del Camino Neocatecumenal.
Lleva un libro con la situación personal
de cada persona o familia. No ha elaborado las estadísticas pero indica que
recoge sus datos porque son personas con rostros y nombres concretos, y muchos
esperan que alguna institución decida ayudarlos.
Destacó que el
martes 26 de septiembre entregaron 450 comidas dentro del templo, pero también
repartieron otras 50 para llevar a personas enfermas en sus casas.
Igualmente acentuó que aunque este proyecto tiene
con el visto bueno del padre Ponc Capell, capellán del santuario, no obstante,
por ser una iglesia de paso no cuenta con suficientes recursos para
desarrollarlo por cual reciben ayudas para estas comidas.
“Cada vez son más las familias enteras que
buscan comida y muchas viven en la calle”, dijo con preocupación. También asomó
que muchos de estos comensales “vienen a Caracas desde el interior del país
para realizarse estudios médicos, o sencillamente, buscando un mejor modo de
vida y aquí encuentran un plato de comida”.
Urge
un canal humanitario.-
Irónicamente, Santa Capilla está rodeada de las instancias del poder en
Venezuel. Apenas al cruzar la avenida Urdaneta, se encuentra el Banco Central
de Venezuela; a dos cuadras, el Palacio de Miraflores y el Palacio Federal
Legislativo; a media cuadra la Casa Amarilla (Relaciones Exteriores) y el
Gobierno del Distrito Capital. No hay excusa para no ayudar, y la Iglesia lo está haciendo como debe ser.
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