El cardenal Baltazar Porras, monseñor José Luis Azuaje, Janeth Márquez y Flor Piñango. |
Caritas seguirá ejemplo de vida de monseñor Romero
Ramón Antonio Pérez/Aleteia Venezuela | Ago 28, 2017
Los 100 años del natalicio de monseñor Oscar Arnulfo Romero y el cuadragésimo del martirio del padre Rutilio Grande, no han pasado por debajo de la mesa para la Iglesia en América Latina y el Caribe.
Antes bien, han sido tomados en cuenta para el futuro trabajo social de Caritas en la región, cuyos destinatarios son, precisamente, aquellos por los que ambos mártires salvadoreños dieron sus vidas: los más pobres.
El cardenal Rosa Chávez, presidente de Caritas El Salvador, y su director Antonio Baños, fueron los anfitriones de “un encuentro fraterno, lleno de espiritualidad y esperanza, desde la opción preferencial por los pobres”, dice el Mensaje Final enviado desde Cáritas de Venezuela.
El encuentro se realizó con un primer momento del 12 al 16 de agosto y asistieron delegados de los 22 países de Cáritas de la Región, de Cáritas Internationalis, Europa, Estados Unidos y directivos de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM).
El objetivo era revisar el caminar de Cáritas a partir de los 50 años de la encíclica Populorum Progressio (El desarrollo de los Pueblos) del papa Pablo VI.
Pero también recordaron a los mártires salvadoreños: monseñor Oscar Arnulfo Romero y el padre Rutilio Grande, quienes inspiraron a los responsables de la acción pastoral social de la Iglesia para dar respuestas a los nuevos desafíos.
“Haber peregrinado por el camino de los mártires salvadoreños nos ha llenado de fortaleza y de una visión más esperanzadora y comprometida en nuestro servicio eclesial”, dice el mensaje final.
El segundo momento, se realizó del 17 al 18 de agosto, para compartir experiencias y revisar el actual Plan Regional 2015-2019 de Cáritas. Reflexionaron sobre el papel de la Iglesia en lo social y sus aportes para contribuir al desarrollo de los pueblos, especialmente de los más pobres, dice la nota enviada desde Caritas Venezuela.
El cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila y presidente de Caritas Internationalis, expuso los aportes significativos de la encíclica con el imperativo de revisar la visión acerca del Desarrollo Humano.
Destacó la importancia de la cercanía con los desfavorecidos y propuso una lista de condiciones “verdaderamente humanas”.
Tagle mencionó “la adquisición de aquello necesario para la vida, la eliminación de las enfermedades sociales, la expansión del horizonte del conocimiento, la adquisición de la cultura y una buena educación, la conciencia de la dignidad de otras personas, la orientación del espíritu de la pobreza, un interés activo por el bien común, la voluntad de paz, reconociendo de Dios como autor y fin y “la unidad en la caridad de Cristo”.
Por su parte, José Luis Azuaje Ayala, obispo de la diócesis de Barinas y presidente de Caritas América Latina y El Caribe, dijo que desde “una perspectiva profética hemos constatado diversos desafíos que hoy nos interpelan y nos duelen”.
Entre estos citó la pobreza y la tendencia regresiva a ella de millones de personas. “Es producto de sistemas económicos y políticos que valoran más el tener que el ser, el beneficio económico más que la vida, las ideologías por encima de las personas, y que asumen el poder como dominación y no como servicio liberador”, dijo Azuaje Ayala.
Christian Salazar, del Sistema de las Naciones Unidas y Representante Residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), presentó la Situación del Desarrollo Humano Integral en la región con una propuesta de Progreso Multidimensional y la Agenda 2030: hacia un desarrollo sostenible.
“Necesitamos impulsar una nueva arquitectura de políticas públicas que logren mitigar las vulnerabilidades y exclusiones”, expresó Salazar.
En cuanto a los desafíos, Caritas se plantea revisar el actual escenario de inequidad y brechas que están llevando a aumentar la crisis en muchos países.
Además, buscará incidir en reformas fiscales justas y equitativas que “permitan cumplir con la meta del desarrollo sostenible y poder generar recursos”; e “invitar a los movimientos sociales a participar en las distintas actividades que tiene la Iglesia para trabajar en conjunto”.
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