El Padre Jesús Martínez duirante una de las Ollas Comunitarias en El Tocuyo. Parroquia San Francisco de Asís. |
Ramón Antonio Pérez/Aleteia Venezuela | Jun 27, 2017
Que interesante fue para los primeros apóstoles conocer la “multiplicación de los panes y los peces” con la que, según cuenta el relato evangélico, Jesús le dio de comer a miles de seres hambrientos. En este caso no son panes y peces, sino las tazas de sopa que desde noviembre de 2016, entrega a diario la parroquia San Francisco de Asís en El Tocuyo, Estado Lara, Venezuela, a no menos de 800 comensales. Un verdadero milagro de Dios.
Hermes Flores, de 70 años, es uno de los invitados que diariamente recibe su almuerzo proveniente de la olla comunitaria que el padre Jesús Martínez promueve junto a un grupo de servidores y benefactores de esta región larense. “Ellos salieron a las calles para invitarnos a comer. Yo no lo podía creer”, dijo el señor Hermes con alegría.
“Desde entonces vengo a recibir mi almuerzo todos los días, además, me llevo otra ración para la cena. Esas son las únicas comidas con que me alimento durante el día”, expresó. También se muestra con una gran motivación al reconocer el buen trato y cariño con que lo tratan los servidores y demás comensales. “Me siento como si fueran parte de mi familia”.
Ramón Alberto Barrios, de 57 años, también es un asiduo invitado de esta iglesia larense. Barrios dijo ser un ex boxeador profesional nativo de Caracas pero vivió por mucho tiempo en El Tocuyo. Luego de una ausencia de seis años regresó hace dos meses, sin nada.
“Como no tengo familiares aquí me vi obligado a vivir en la calle”, comentó quien además quedó ciego al recibir un perdigón que le destruyó un ojo durante una protesta. “No consigo empleo formal y la ayuda del Estado como atleta ya no la recibo. En realidad estaba pasando hambre, pero me invitaron a la parroquia, y desde entonces recibo mi comida diariamente. Son las únicas con que me alimento en el día”, reveló.
El Señor Ramón Alberto Barrios dando su testimonio. Foto: @GuardianCatolic
Testimonios como estos se multiplican entre los centenares de comensales (hombres, mujeres y niños) que desde muy temprano acuden a la iglesia San Francisco de Asís para hacer la cola y recibir como sus compañeros, tal vez, el único alimento del día.
La caridad no tiene puertas
El padre Jesús Martínez agradeció la visita de Aleteia y la mención que de él se hizo en un trabajo a comienzos de año. “Eso nos ha ayudado muchísimo”, dijo, disponiendo las facilidades para el reportaje que esta vez sobre el servicio se realiza in situ.
El proyecto se fundamenta en la ley del amor de Cristo, siendo, por tanto, el hecho de tener hambre, el único criterio para para que la gente acuda y coma. “No podemos cerrarles las puertas a ninguna persona con hambre porque la caridad no tiene puertas”, dijo.
Narró que la olla comunitaria dio sus primeros pasos cuando tenía tres meses en esta parroquia adscrita a la Arquidiócesis de Barquisimeto. “Estaba a punto de culminar el Año de la Misericordia convocado por el papa Francisco”, expresó. “Escuchaba una catequesis que el Santo Padre impartía desde El Vaticano sobre las obras de misericordia. Un día me reuní con los grupos de apostolado y otros servidores y acordamos poner en práctica algunas de estas obras, por ejemplo, dar de comer al hambriento”.
Constató que el primer día salieron a la calle a buscar a la gente para que comieran. “Las personas no creían que les estuviéramos dando comida preparada. ¡Vengan, tenemos allí una comida preparada para ustedes!”, relata con entusiasmo el sacerdote que a la fecha cuenta 14 años de su ordenación.
“Este servicio se puede considerar un fruto de ese Año de la Misericordia”, dijo, aferrado a una foto del Santo Padre Francisco.
Contó que en esa ocasión también visitaron varios enfermos así como a los privados de libertad en las sedes locales de la Policía del estado Lara, policía científica, CICPC, y personas bajo arresto domiciliario. “Esa primera experiencia nos dejó el compromiso de entregar comida en estos centros penitenciarios dos veces a la semana –lunes y viernes- además, llevamos una palabra de aliento a quienes allí se encuentran”.
La olla comunitaria se hacía una vez a la semana pero poco a poco se fueron conformando los equipos de servidores y benefactores para hacerla diaria. Se amplió la cocina y el comedor; además, se hicieron más hornillas para cocinar simultáneamente en 9 ollas. Los días domingo, el servicio es realizado por familias de la comunidad que se ofrecen y turnan para participar en el proyecto, incluso, donando todos los insumos de esa ocasión.
“Desde noviembre 2016 nos propusimos hacer las comidas todos los días porque la gente necesita comer a diario, y hasta la fecha así se ha cumplido”, relató el sacerdote. “Lo hacemos desde el domingo hasta el viernes. Los sábados la comida es asumida por una organización civil independiente que ha querido cumplir con este servicio en el Asilo San Antonio, lugar al que acuden muchos de nuestros vecinos”. La parroquia Espíritu Santo también realiza este proyecto aunque una vez cada quince días debido a las carencias.
Todos podemos ayudar
Expone que alimentar diariamente a tanta gente no es tarea fácil, de allí que la logística debe contar con el apoyo de personas y grupos únicamente interesados en ayudar a los más necesitados.
“Hoy esos hermanos necesitan alimentos. Tal vez nosotros necesitamos de otras cosas, pero todos somos iguales ante Dios. Por eso nos guiamos por la Palabra de Dios que dice en Hechos: “Hay mayor alegría en dar que en recibir”, comentó.
Martínez considera que quien los apoya también ejerce la caridad. En ese sentido destacó que vale tanto una pequeña colaboración: un tomate, una cebolla, un kilo de carne o un pollo; como una donación más grande: 20 ó 30 kilos de carne o pollo o una res entera.
Agradece el apoyo de la Asociación Civil Hijos de Morán, una organización local que coopera con este proyecto de la iglesia local y otros proyectos vinculados a la salud.
El padre Jesús Martínez quiere desarrollar otras iniciativas en su parroquia y sabe de la existencia de quienes ayudan los buenos proyectos. Por eso, se animó nuevamente a dejar sus números para quienes deseen colaborar no solo con las ollas comunitarias sino con otros proyectos en favor de sus parroquianos más necesitados.
Pueden ayudar a través del Banco Provincial, a nombre de Parroquia San Francisco. Número de Cuenta Corriente: 0108 2439 7101 0010 5253; RIF: J-40302621-1; y el correo: pjesusmartinez@gmail.com. Los números: +58 253 6633547 +58 426 2515883.
Expresó que esta experiencia vino a fortalecer el compromiso como cristianos tanto de él como sacerdote y también de su entorno parroquial, en el que todos se sienten útiles desde el lugar en que están: el que recibe los alimentos, los benefactores y los servidores.
“Todo lo que se haga en favor de nuestros hermanos más necesitados realmente es poco. Nosotros somos miembros de Iglesia, y como Iglesia estamos llamados a ser portadores del amor de Dios, sea en la circunstancia que sea”, apuntó finalmente.
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