Se entrevistó con el Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolín, quien conoce muy bien al realidad de Venezuela por haber sido nuncio apostólico
ALFA Y OMEGA // ALETEIA
No era ninguno de los nuevos cardenales, pero Lilian Tintori fue una de las personas más solicitadas tras el consistorio del sábado, en el que fue creado un nuevo purpurado venezolano, el arzobispo de Mérida, monseñor Baltazar Porras.
La mujer del líder opositor Leopoldo López, que lleva ya más de mil días en prisión, recibió un baño de mensajes de afecto y solidaridad a la salida de la basílica de San Pedro. El día anterior, Tintori se entrevistó con el cardenal Parolin, secretario de Estado.
La esposa del fundador y coordinador nacional de Voluntad Popular le agradeció la labor de la Santa Sede como facilitadora del diálogo entre el gobierno y la oposición, aunque advirtiéndole de que, si no hay resultados concretos y pronto, este acercamiento servirá solo como coartada para el régimen chavista.
¿Por qué incluso para venezolanos que nada tienen que ver con la Iglesia es motivo de alegría que el arzobispo Baltazar Porras sea creado cardenal?
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Con todo lo que está pasando en Venezuela, esto es una bendición para el pueblo venezolano. Es un símbolo muy grande para nosotros de que los ojos del Papa Francisco estén puestos en Venezuela. Este nombramiento reconoce al pueblo venezolano, la fe del pueblo venezolano, y esto es muy importante para nosotros en un momento muy difícil. Venezuela vive la peor crisis humanitaria de su historia. Nos sentimos humillados e indignados porque no hay medicinas, porque los venezolanos están comiendo de la basura, porque nos quitaron el derecho a votar… Es un momento tan triste y tan lleno de injusticias, este nombramiento nos dio esperanza. Sabemos que no hemos sido olvidados por el Papa. Y sabemos que el cardenal Porras va a interceder por la reconciliación nacional y por la solución de los problemas en Venezuela.
El domingo 13 asistió usted a una Misa celebrada por el cardenal Urosa, arzobispo de Caracas, por los presos políticos. ¿Se sienten ustedes acompañados por la Iglesia?
Esto es muy importante. La Iglesia está muy presente en nuestra lucha, y ahora también el Vaticano como acompañante del diálogo. Esa Misa la celebró el cardenal Urosa para pedir la libertad de todos los presos políticos (hoy tenemos 116) y para apoyar otras peticiones nuestras, como un canal humanitario para que entre comida en el país y se celebren elecciones ya, de modo que el pueblo pueda decidir su futuro.
El acuerdo alcanzado la pasada semana entre el gobierno y la oposición incluye la adopción de medidas para «el abastecimiento de medicamentos y alimentos», aunque responsabiliza de esta carestía a un «boicot a la economía venezolana», asumiendo la jerga del régimen chavista…
Es lamentable, porque no terminan de reconocer que Venezuela necesita comida y medicinas y que necesitamos ayuda internacional. Quien sufre no es el gobierno, sino el pueblo venezolano, los niños, las madres, los abuelitos, los enfermos… Nosotros pedimos al gobierno nacional que reflexione y reconozca la situación. Nosotros estamos dispuestos a ayudar y a perdonar. Y a dejar de colocar adjetivos, aunque nos han demostrado de muchas maneras que son nuestros enemigos. Tanto nos han atacado que han dividido a nuestra familia, nos han humillado… Pero con todo sentimos una gran serenidad y esperanza en nuestro corazón de que tenemos que seguir luchando y exigiendo nuestros derechos.
Una parte de la oposición –y del partido que preside su marido, Voluntad Popular– no comprende la labor de la Iglesia facilitando este diálogo. ¿Negociar es regalarle tiempo al régimen chavista?
En el caso de Voluntad Popular, estamos agradecidos de que el Vaticano intervenga en Venezuela y confiamos en el Papa Francisco y en su enviado especial, monseñor Celli. Ayer me reuní con el cardenal Parolin, secretario de Estado. Nos da mucha tranquilidad que estén cerca de Venezuela. Lo que ocurre es que queremos resultados efectivos. Necesitamos resultados efectivos y nosotros esperamos que, como ellos están en el diálogo, podamos tenerlos rápidos porque Venezuela no puede esperar más.
Esto fue lo que manifestantes universitarios cercanos a Voluntad Popular le pedían hace unos días al nuncio, monseñor Giordano: resultados tangibles.
Sí, el hambre no puede esperar, la crisis humanitaria no puede esperar. Cada día que pasa significa más muertes en Venezuela. El Papa y el cardenal Parolin siguen de cerca lo que pasa allí y creo que la participación de la Iglesia ofrece una gran oportunidad para que haya resultados efectivos. Porque si no tienen efectividad, lo que va a pasar es que se va a sellar la dictadura, se va a sellar la crisis. Y la situación va a alargarse. Venezuela necesita resultados.
¿Eso le transmitió usted ayer [por el viernes 18] al cardenal Parolin?
Sí. Y también que cuentan con nosotros, porque creemos en la reconciliación nacional y creemos que tenemos que buscar soluciones entre todos.
Usted y su suegro, Leopoldo López (exiliado desde hace dos años en España), han tenido varios contactos con el secretario de Estado, que como antiguo nuncio en Venezuela conoce muy bien la situación en el país. ¿Qué les dice él a ustedes?
Que la Iglesia está acompañando este proceso, un proceso de diálogo que siempre es importante cuando hay un país en crisis. Que este diálogo se dio porque estamos en dictadura, ya que, de otra forma, no hubiera sido necesaria la intervención del Vaticano. Que hay una preocupación inmensa porque Venezuela vive una dictadura y hay que buscar soluciones.
Ricardo Benjumea
Artículo originalmente publicado por Alfa y Omega
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