Un millón
de personas presenciaron la última predicación de Francisco en Ñú Guazú,
Paraguay
El papa
Francisco tuvo su última homilía ante 1 millón de fieles en Ñú Guazú, Paraguay
en un altar hecho con los frutos de la tierra en memoria de las misiones
jesuitas en el país. Fieles brasileños y argentinos se sumaron a los paraguayos
en la misa multitudinaria hecha en el campo de una base militar, que perdió
toda su belicosidad ante los cantos y alabanzas en español y guaraní.
Una predicación
basada en la
carta de presentación del buen cristiano ante
un público de campesinos, indígenas (17 etnias diferentes del país), enfermos y
familias. El Papa enfatizó su predicación en la misión encomendada por Jesús a
sus discípulos. Asimismo, señaló la hospitalidad y
la lucha contra la soledad dos
elementos de la vida cristiana. El discípulo, “invitado por Jesús a ser
amigo, a compartir su suerte, a compartir su vida”.
¿Cuál es la carta de presentación
del discípulo de Jesús?
En su homilía
explicó que el Evangelio “nos presenta la cédula
de identidad del cristiano”, porque “Jesús llama
a sus discípulos y
los envía dándoles reglas claras y precisas. Los desafía con una serie de
actitudes, comportamientos que deben tener”, indicó.
Jesús es
preciso cuando dice a sus discípulos: «No lleven
para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero... permanezcan
en la casa donde les den alojamiento» (cf.
Mc 6,8-11). Parecería algo imposible”.
Palabra clave:
Hospitalidad
Más allá de las
palabras «pan», «dinero», «alforja», «bastón», «sandalias», «túnica», expresó
“hay una palabra clave” que traduce la
experiencia del discipulado: “hospitalidad”.
“Jesús –
continuó - como buen maestro, pedagogo, los envía a vivir la hospitalidad. Para
después subrayar: “Podríamos decir que cristiano es aquel que aprendió a
hospedar, a alojar”.
Jefes, poderosos
no son los discípulos que quiere Jesús.
En este
sentido, rememoró que Jesús no envía a los discípulos a ser “poderosos”,
“dueños”, “jefes”, “cargados de leyes”. E indicó, por el contrario, “les
muestra que el camino del cristiano es transformar el corazón”, es decir, el
suyo y ayudar a transformar a los demás.
Por ello,
indicó que hay dos las lógicas que están en juego, dos maneras de afrontar la
vida, la misión. Aprender a vivir “bajo otra norma”. “Es pasar de la lógica del
egoísmo, de la clausura, de la lucha, de la división, de la superioridad, a la
lógica de la vida, de la gratuidad, del amor”, expresó.
Seguir a Jesús,
significa vivir de otra manera: De la lógica del dominio, del aplastar,
manipular, a la lógica del acoger, recibir, cuidar”, recordó.
La Iglesia de
Cristo no es hacer mega proyectos y programas
Francisco
aclaró que la misión de la Iglesia que quiere Jesús no es una “misión en base a
proyectos o programas”. De hecho, enunció: cuantas veces imaginamos la
evangelización en torno a miles de estrategias, tácticas, maniobras,
artimañas”.
Así confirma
que “en la lógica del Evangelio no se convence con los argumentos, con las
estrategias, con las tácticas, sino aprendiendo a alojar”.
La Iglesia es
madre de corazón abierto que sabe acoger, recibir, especialmente a quien tiene
necesidad de mayor cuidado, que está en mayor dificultad.
La Iglesia,
como la quería Jesús, es la casa de la hospitalidad. “Cuántas heridas, cuánta
desesperanza se puede curar en un hogar donde uno se pueda sentir recibido”.
Para eso hay que tener las puertas abiertas, sobre todo las puertas del
corazón.
Una
hospitalidad extendida a quien no tiene fe o la ha perdido incluso por “culpa
nuestra”. “Hospitalidad con el hambriento, con el sediento, con el forastero,
con el desnudo, con el enfermo, con el preso (cf. Mt 25,34-37) con el leproso,
con el paralitico”.
Se trata de una
“hospitalidad con el perseguido, con el desempleado. Hospitalidad con las
culturas diferentes, de las cuales esta tierra es tan rica. Hospitalidad con el
pecador. Porque cada uno de nosotros también lo es”.
La Soledad y
sus causas
Por otro lado,
el Papa predicó sobre los daños silenciosos de la soledad. “Hay un mal, que
poco a poco, va haciendo nido en nuestro corazón y «comiendo» nuestra
vitalidad: la soledad”.
La Iglesia de
Jesús no es para administrar bienes o proyectos sino para enseñar a vivir con
los demás. “Soledad que puede tener muchas causas, muchos motivos”….la cual
“nos va encerrando en nosotros mismos. Por eso, lo propio de la Iglesia, de
esta madre, no es principalmente gestionar cosas, proyectos, sino aprender a
vivir la fraternidad con los demás”, subrayó.
De esta manera,
reflexionó sobre esta nueva lógica de Jesús. “Un horizonte lleno de vida, de belleza,
de verdad, de plenitud”.
“Dios nunca
cierra los horizontes, Dios nunca es pasivo a la vida y al sufrimiento de sus
hijos. Dios nunca se deja ganar en generosidad”, añadió.
Un nuevo
horizonte, que contradice la “exclusión”, la “disgregación”, “el encierro, de
aislamiento”.
¿Cuándo los
discípulos están cansados?
Asimismo,
admitió que en el camino de los discípulos puede llegar el cansancio. Entonces,
invitó a recordar la “vida que Jesús nos propone”, “porque todos hemos sido
creados para la amistad con Jesús y el amor fraterno”.
Nadie puede ser
obligado a que nos hospede, pero si estamos obligados a hospedar
Sucesivamente,
manifestó que “es cierto, no podemos obligar a nadie a recibirnos, a
hospedarnos; es cierto y es parte de nuestra pobreza y de nuestra libertad”.
Pero-
recordó- también es cierto que nadie
puede obligarnos a no ser acogedores, hospederos de la vida de nuestro Pueblo.
Al respecto,
testificó lo lindo que es una comunidad de puertas abiertas durante el ángelus,
cita tradicional los días domingo en San Pedro. “La Iglesia es madre, como María.
En ella tenemos un modelo. Alojar, como María, que no dominó ni se adueñó de la
Palabra de Dios sino que, por el contrario, la hospedó, la gestó, y la
entregó”, dijo.
Apropósito de
su última encíclica para proteger la creación, usó la imagen de la tierra que
aloja “que no domina la semilla, sino que la recibe, la nutre y la germina”.
Una vez
finalizado el acto eucarístico, el Santo Padre se ha trasladado a la Nunciatura
para almorzar con los obispos del Paraguay. A las 17, la cita será con los jóvenes
en la Costanera de la Bahía de Asunción.
Por último, al
final de la jornada emprenderá el trayecto final con destino a la terminal
aérea para la ceremonia de despedida y vuelo a Roma, haciendo en el camino una
breve parada en el memorial del supermercado siniestrado Ycua Bolaños.
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