La Arquidiócesis de Caracas ha convocado a una misa en
la Iglesia Don Bosco de Altamira, el 23 de mayo, a las 11:30 am. Igualmente, otras ciudades del país celebran la beatificación de este “hombre de pueblo, pastor de la Iglesia y testigo del Resucitado”
Ramón
Antonio Pérez / @GuardianCatolic
Caracas,
21 de mayo de 2015.- La Iglesia de Venezuela se suma a la
beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, y este 23 de mayo, a partir de
las once y treinta de la maána, simultánea a la celebración que se desarrollará
en El Salvador, se cumplirá una eucaristía en la Iglesia Don Bosco de Altamira,
la cual será presidida por el Cardenal Jorge Urosa Savino.
La convocatoria fue hecha por el
Arzobispado de Caracas, e indica que a la misma han sido invitados los miembros
del consejo presbiteral, diáconos, religiosos y religiosas, y en general a los
fieles de la arquidiócesis caraqueña.
Dada la importancia de esta ceremonia, no se
descarta la presencia del Nuncio Apostólico de Su Santidad en Venezuela, Monseñor
Aldo Giordano, de representantes del gobierno nacional y el cuerpo diplomático
acreditado en el país.
La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV),
a través de un comunicado difundido este jueves por la oficina de prensa, y con
fecha del 15 de abril, se refiere a Monseñor Oscar Arnulfo Romero como un “ejemplo
de santidad, caridad y compromiso pastoral” que “siempre han sido reconocidos por
la Iglesia y la sociedad en América Latina”.
El mensaje ha sido firmado por el Cardenal
Jorge Urosa Savino, arzobispo de Caracas y presidente honorario de la CEV, y los
directivos: Monseñor Diego Padrón Sánchez, arzobispo de Cumaná y presidente del
Episcopado; Monseñor José Luis Azuaje Ayala, obispo de Barinas y primer vicepresidente;
Monseñor Mario Moronta, obispo de San Cristóbal y segundo vicepresidente; y el
padre Víctor Hugo Basabe, secretario general.
“Fue eminentemente un pastor y profeta, quien
denunció las injusticias contra el pueblo pobre y terminó dando su vida por él
como lo hizo Cristo por la humanidad”, dice el mensaje al pueblo de
Dios con ocasión de la beatificación de Romero.
Consideran los obispos que la estatura
espiritual del nuevo Beato dela Iglesia no debe reducirse al nivel político. “Queremos
destacar lo auténticamente cristiano en él, para así motivar la imitación por
parte de todos nosotros: hombre de pueblo, pastor de la Iglesia y testigo del
Resucitado”.
La CEV considera que “además de ser motivo
de alegría para nuestros pueblos, es una bendición para la Iglesia en América
Latina”. En tal sentido, la Iglesia católica de Venezuela, agradece “al Santo
Padre Francisco por habernos concedido este hermoso regalo, con lo cual nos
sentimos invitados a ser santos como el Señor lo es”.
Indican que la beatificación es “una bella
oportunidad para reafirmar la misión de la Iglesia: “Esta es la misión de la
Iglesia: despertar, como lo estoy haciendo en este momento, el sentido espiritual
de su vida, el valor divino de sus acciones humanas” (Homilía del 20.08.1978)”.
De tal manera que, en “nuestras comunidades, por medio de variadas acciones,
celebraremos la Beatificación de Mons. Romero, destacando que es un modelo de
vida cristiana para todos”, concluye la CEV.
A continuación el comunicado con el texto íntegro:
Mensaje al pueblo de Dios con ocasión de la
beatificación de Mons. Óscar Romero
1.- Con
sentido de fraterna comunión, compartimos la alegría de la Iglesia en El
Salvador, del pueblo salvadoreño y latinoamericano por el anuncio de la
Beatificación del recordado y querido Mons.
Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador. Su ejemplo de santidad,
caridad y compromiso pastoral siempre han sido reconocidos por la Iglesia y la
sociedad en América Latina. Fue eminentemente un pastor y profeta, quien denunció
las injusticias contra el pueblo pobre y terminó dando su vida por él como lo
hizo Cristo por la humanidad. Su estatura espiritual no debe reducirse al nivel
político. Queremos destacar lo auténticamente cristiano en él, para así motivar
la imitación por parte de todos nosotros: hombre de pueblo, pastor de la
Iglesia y testigo del Resucitado.
- Hombre de pueblo.
2.- Mons.
Romero fue un hombre de pueblo. Como tal, supo vivir su fe y las consecuencias
de su bautismo con sentido de pertenencia a su gente. Su sencillez y austeridad
le permitieron tener los sentimientos de quienes componían la sociedad
salvadoreña. En especial, su preocupación por los pobres le abrió las puertas a
una aceptación por parte de quienes sentían la necesidad de un acompañamiento
pastoral y a ser voz de los excluidos, perseguidos y menospreciados. Su
vocación profética lo llevó a denunciar las injusticias los horrores de la
dictadura y sus desmanes; no fue totalmente aceptada y generó incomprensiones,
calumnias y amenazas que desembocaron en su martirio.
3.- La
Iglesia reconoce su fe, vivida como miembro del pueblo de Dios. Pudo ganarse la
confianza de su gente como lo expresó Él mismo: “me glorío de estar en medio de mi
pueblo y sentir el cariño de toda esa gente que mira en la Iglesia, a través de
su obispo, la esperanza” (Homilía del 25.9.1977) El ejemplo de Mons.
Romero nos impulsa a poner en práctica la enseñanza del Papa Francisco: “La
Palabra de Dios también nos invita a reconocer que somos pueblos: “Ustedes, que
en otro tiempo no eran pueblo, ahora son pueblo de Dios” (1Pe 2,10). Para ser
evangelizadores de alma también hace falta desarrollar el gusto espiritual de
estar cerca de la vida de fe de la gente, hasta el punto de descubrir que eso
es fuente de un gozo superior. La misión es una pasión por Jesús, al mismo
tiempo, una pasión por su pueblo” (E.G. 268). En este sentido, Mons.
Romero es un ejemplo bien claro a imitar.
- Pastor de la Iglesia.
4. - La fe
la vivió también como pastor de la Iglesia. Sacerdote a carta cabal y de gran
celo apostólico, en todo momento se caracterizó por ser un pastor bueno. Su
gente sabía que su entrega era la garantía de su servicio como Obispo. Su amor
de pastor, al igual que lo hizo Jesús, lo llevó a ser solidario con todos. Él mismo afirma: “Lo que importa son ustedes, las
personas, los corazones, la gracia de Dios dándoles la verdad y la vida de Dios”
(Homilía del 19.12.1977). Sin abandonar nunca su preocupación por la justicia y
la defensa de su pueblo, fue un pastor que guio con mano certera a la Iglesia
por las sendas de la evangelización. Mons. Romero lo resaltó cuando dijo: “Si
nuestra arquidiócesis se ha convertido en una diócesis conflictiva, no les
quepa duda, es por su deseo de fidelidad a esta evangelización nueva, que del
Concilio Vaticano II para acá y en las reuniones de obispos latinoamericanos,
están exigiendo que tiene que ser una evangelización muy comprometida, sin
miedo” (Homilía del 22.4.1979).
5.- Su amor
por la Iglesia nos ayuda a imitarlo en el compromiso evangelizador el cual
exige el acompañamiento del pueblo de Dios. Así nos lo sugiere hoy el Papa
Francisco: “En una civilización paradójicamente herida de anonimato y, a la vez
obsesionada por los detalles de la vida de los demás, impudorosamente enferma
de curiosidad malsana, la Iglesia necesita la mirada cercana para contemplar,
conmoverse y detenerse ante el otro cuantas veces sea necesario. En este mundo
los ministros ordenados y los demás agentes pastorales pueden hacer presente la
fragancia de la presencia cercana de Jesús y su mirada personal” (E.G.
169). Con su testimonio de pastor de la Iglesia, Mons. Romero nos alienta a
seguir asumiendo los desafíos de la Nueva Evangelización.
- Testigo del Resucitado.
6.- Por otra
parte, su estrecha comunión con Cristo fue lo que guió su vida y su ministerio.
La dimensión pascual iluminó su existencia y quehacer pastoral. Hombre de
oración con un profundo amor eucarístico y devoción mariana; Mons. Romero debe
ser considerado como testigo del Resucitado. No sintió reparo ante las
dificultades ni siquiera ante las amenazas de muerte. Estas fueron asumidas
dentro del marco de una identificación con el Señor Jesús. Para ello se nutrió
con una espiritualidad auténticamente evangélica. Esto lo llevó a afirmar “queremos
ser la Iglesia que lleva el Evangelio auténtico, valiente, de nuestro Señor
Jesucristo, aun cuando fuera necesario morir como Él, en una cruz”
(Homilía del 27.11.1977).
7.- El
martirio de Mons. Romero es expresión de la Pascua del Señor Jesús. Hoy, cuando
numerosísimos cristianos en el mundo están siendo perseguidos y martirizados,
hemos de tomar conciencia de la urgente solidaridad con todos ellos. Esta no
debe limitarse a expresiones emotivas ni a fórmulas protocolares. Ante todo
debe traducirse en un compromiso de testimonio convincente. Motivados por la
entrega de estos nuevos mártires y de Mons. Romero podremos, ciertamente,
pensar que la fuerza del Resucitado sigue siendo determinante y creadora de la
novedad del reino: “Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que
ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes
vuelven a aparecer los brotes de la resurrección” (E.G. 276)
8.- La
Beatificación de Mons. Oscar Romero, además de ser motivo de alegría para
nuestros pueblos, es una bendición para la Iglesia en América Latina. Damos
gracias al Santo Padre Francisco por habernos concedido este hermoso regalo,
con lo cual nos sentimos invitados a ser santos como el Señor lo es (cf.
Lev 19,2). Es una bella oportunidad para
reafirmar la misión de la Iglesia: “Esta es la misión de la Iglesia: despertar,
como lo estoy haciendo en este momento, el sentido espiritual de su vida, el
valor divino de sus acciones humanas” (Homilía del 20.08.1978) En
nuestras comunidades, por medio de variadas acciones, celebraremos la
Beatificación de Mons. Romero, destacando que es un modelo de vida cristiana
para todos.
Al hermano
pueblo de El Salvador vaya la seguridad de nuestro aprecio y solidaridad en la
fe y en la esperanza y la reafirmación de nuestra comunión en la caridad. Que
Cristo, el Salvador, por intercesión de su amorosa Madre, nos conceda la fuerza
de su Espíritu para seguir caminado por las sendas de la santidad.
Con nuestra
Bendición.
Caracas, 15 de abril del año 2015.
Emmo. Sr. Cardenal
Jorge Urosa Savino
Arzobispo de Caracas
Presidente de Honor de la CEV
XDiego Rafael Padrón Sánchez
Arzobispo
de Cumaná
Presidente
de
|
XJosé Luis Azuaje Ayala
Obispo de Barinas
1°
Vicepresidente de
|
XMario Moronta Rodríguez
Obispo de San Cristóbal
2°
Vicepresidente de
|
Pbro.
Víctor Hugo Basabe
Secretario General de la CEV
|
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