El drama de Venezuela no se reduce
únicamente a la carencia de alimentos, medicinas y la inseguridad ciudadana. La
violación de los acuerdos contractuales para la clase trabajadora por parte del
Estado Venezolano, es otro componente que llena de incertidumbre y necesidades
a la población. En ese sentido, la educación es una de las áreas más afectadas,
como ocurre con quienes prestan sus servicios en Fe y Alegría.
Eloísa
Valderrama es una docente que tiene 37 años trabajando
para este movimiento de educación
popular, fundado el 5 de marzo de 1955, por el sacerdote jesuita José María
Vélaz. Como el resto de sus 22.000 compañeros, aproximadamente, Eloísa pasó
otro fin de semana sin comprar alimentos y medicinas para su familia.
La
razón: llevan más de cuatro meses sin recibir los ajustes del pago por el
servicio que le prestan al Estado Venezolano en la enseñanza impartida a niños,
niñas, adolescentes, jóvenes y adultos en 630 centros educativos
repartidos en todo el país.
El
viernes 8 de julio, Eloísa acompañó a sus colegas, primero a rezar en un templo
del centro de Caracas y luego a una concentración frente a la sede del
ministerio de educación, con el fin de exponer públicamente la dramática
situación. Estaban esperanzados en que sus exigencias iban a ser escuchas, pero
no fue así.
“Le
exigimos al gobierno nacional, y al ministro Rodulfo Pérez, le den cumplimiento
a la convención colectiva que se firmó en marzo pasado”, dijo en la
concentración.
Informó
que el ministro “ofreció solucionar todo para esta fecha, pero esa conversación
se mantiene en deuda porque a la presidencia de Asociación Venezolana
de Educación Católica, Avec, solamente bajarán los recursos de un mes, lo cual
es insuficiente”.
La
profesora Eloísa leyó un manifiesto
titulado: "Estamos aquí…", en el que describió
las razones del clamor de este movimiento de educación popular y de promoción social
enclavado en los sectores barriales, rurales e indígenas del país.
“Nuestro
corazón educativo vibra en más de 350.000 niños, niñas y adolescentes
que viven
experiencias educativas en nuestros centros y que han sido educados, atendidos
y abrigados durante todo el año escolar sin perder clases, aun
cuando los docentes estábamos ganando un sueldo injusto”, dijo ampliando
su voz entre dos megáfonos.
Explicó que “en
marzo les correspondía un incremento salarial de 55% y en junio otro 10%
adicional, y los docentes de los colegios subvencionados no han
recibido los beneficios acordados”.
En Venezuela el actual salario mínimo actual es
de 15.051 bolívares (unos 14, 73 dólares, aproximadamente), y la gran
mayoría de educadores no lo alcanza. “La mayoría dependemos de este único trabajo”,
indicó.
La profesora Nancy
Mata también asistió con una representación del colegio “Madre Cecilia Cros”
del sector Altavista de Caracas. Narró que tiene 36 años en Fe y Alegría donde
ha sido estudiante, educadora y ahora dirige el colegio del cual procedía, para
acompañar las exigencias de sus colegas y demás compañeros de trabajo.
“Nuestros
docentes muchas veces van a trabajar sin haber comido. Al igual que los
demás ciudadanos les toca buscar el alimento –y lo hacemos sábado y domingo, porque
tenemos que responderles a nuestros estudiantes. No podemos dejar de
impartirles sus clases para ir a hacer una cola en los supermercados”,
describió.
En medio de esta
protesta se conoció que un Docente I, en Fe y Alegría, gana 10.000 bolívares
mensuales, mientras que un Docente IV, está cobrando 14 mil bolívares
mensuales. Aunado a esto, ni siquiera han recibido el aumento del ticket de
alimentación a la tarifa actual, manteniéndose en 13.000 bolívares.
Finalmente, el
docente Rafael Peña, uno de los líderes de esta movilización, subrayó que la
AVEC, continuará impartiendo clases regulares como lo ha hecho hasta ahora a
pesar de las dificultades. No obstante, de no recibir respuesta por parte del
ministerio del ramo, ofrecerán una rueda de prensa este martes 12 de julio, con
la posibilidad de realizar otras acciones, que serán anunciadas en su momento.
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